Cada carta me aportó distintas cuestiones de reflexión, ya que en cada una de ellas me identifiqué con aspectos diferentes. Asimismo, el libro me permitió conocer más sobre la postura de Freire, así como también, vivenciar sus ideas de manera más personal; gracias a esto, me di cuenta que las convicciones, aspiraciones y pensamientos que tengo respecto a la educación no son tan extrañas, ya que hay personas, como Paulo Freire, que también coinciden conmigo. Es decir, antes de leer el libro, yo pensaba que mi postura respecto a la educación era única y que nadie pensaba de la misma manera que yo; por un lado, esto es bueno, ya que el creer que nadie piensa de la misma manera que yo me otorgó cierta fortaleza para querer hacer de mis ideas una realidad, sin embargo, esto también me generó cierta incertidumbre, ya que implica no saber si estoy sola en este proceso o si me estoy dirigiendo hacia el camino correcto o no. Dicho esto, ahora puedo decir con confianza que ni yo ni mis ideas están solas, sino que, al contrario, miles de personas estamos luchando en conjunto, ya sea de manera consciente o inconsciente, para cumplir con un mismo objetivo: generar un cambio positivo a través de la educación.
A lo largo del libro, Freire enfatiza mucho en el concepto de “educación bancaria” vs. “educación liberadora”. Es importante mencionar esto ya que para él la educación bancaria consiste en un proceso en que el educador deposita contenidos en la mente del estudiante; en cambio, la educación liberadora encamina hacia la formación de seres humanos pensantes que pueda liberar al educando y reafirmar su identidad gracias a ello. Ésta última es la que Freire promueve a lo largo de su vida, pues tiene el fin de educar a individuos que logren descubrir su fuerza interior y así puedan combatir contra las injusticias y optar por un mundo mejor.
Por esta misma razón, al analizar la perspectiva de Freire respecto a la educación bancaria y la educación liberadora, pude reflexionar sobre la educación que yo he tenido a lo largo de mi vida. Con base en esto, me di cuenta que cuando fui a una escuela tradicional me sentía muy infeliz; llegaba a la clase y los profesores depositaban los contenidos en nosotros, no les importaba si le encontrábamos sentido a ello o no. Asimismo, nunca fomentaron nuestra capacidad de cuestionamiento o de reflexión sobre la realidad en la que vivimos, ya que veíamos contenidos que estaban estrictamente ligados al currículum y no tenían la flexibilidad de adaptarse o de relacionarse con nuestro contexto actual. Al acordarme de los años que estuve en dicha escuela, y después de leer todas las cartas de Freire, concluí que este método tradicional de enseñanza se parece mucho a la educación bancaria. Por otro lado, pienso que la educación liberadora se vio muy reflejada en mi vida cuando asistí a diferentes escuelas Montessori, ya que llegaba a la clase y los profesores relacionaban el contenido con nuestro día a día, fomentaban mucho nuestro pensamiento crítico y nos invitaban a pensar y a reflexionar más allá del salón de clases. A lo largo de los años me he sentido mucho más identificada con las escuelas del método Montessori, y gracias a ello, he coincidido con las propuestas de Freire respecto a la implementación y la fomentación de la educación liberadora.
Dicho lo anterior, pienso que a partir de las cartas de Freire adquirí varios aprendizajes que utilizaré a lo largo de mi vida, sin embargo, los que más destacan son los siguientes: en primer lugar, la importancia que guarda la coherencia en nuestras vidas como individuos y educadores; es decir, tal como lo mencioné, el concepto de la coherencia ha estado muy presente en mi vida estos últimos años, ya que me he hecho más consciente sobre lo que implica ser una persona coherente a diferencia de la manera en que una persona incoherente se presenta en su día a día. Pienso que es sumamente importante crear un balance entre lo que uno piensa, dice y hace, ya que de esa manera evitaremos crear contradicciones y lograremos ser fieles con nosotros mismos y con los demás. Todos tenemos la responsabilidad de trabajar y de desarrollar la coherencia en nuestras vidas, ya que gracias a ella nos presentaremos como personas seguras ante el mundo.
El segundo aprendizaje principal que adquirí de las cartas de Freire, es sobre la importancia que tiene crear una relación entre el contexto-teórico y el contexto-real de los educandos; es decir, pienso que es fundamental que yo como futura pedagoga tenga la capacidad de adaptar el contenido a las necesidades y al contexto de mis estudiantes, ya que únicamente de esta manera querrán venir a mi clase a aprender sobre cosas que logren comprender con facilidad y que les son útiles en su día a día. Como futura educadora, no quiero que mis estudiantes se sientan obligados a “encajar” al contenido de clase, sino que, al contrario, el contenido se tendrá que “encajar” a ellos.
El tercer aprendizaje que adquirí de las cartas de Freire, es sobre cómo debemos aprender a hablar con el educando, en lugar de hablarle al educando. Esta idea me parece fundamental, ya que pienso que cuando concebimos al educador como una figura de autoridad, lo confundimos en ciertas ocasiones con una figura de superioridad. Es decir, pensamos que el hecho de que el educador tenga una posición “superior” al educando debe actuar de tal manera, sin embargo, en realidad es todo lo contrario, ya que, a pesar de tener una posición con cierto grado de autoridad, el educador debe mantener una relación horizontal con el educando, de tal manera que ambos se reconozcan como seres iguales y con la misma capacidad de contribuir al conocimiento.
El cuarto aprendizaje que adquirí de las cartas de Freire, es sobre la importancia de tener definido nuestro posicionamiento como educadores. Esto va ligado con el primer punto que mencioné sobre la coherencia, ya que una persona que se rige por sus propias creencias logra mantener un posicionamiento fijo; a pesar de que éste puede cambiar a lo largo de los años, su “esencia” se mantiene estable (es decir, no se va de un extremo a otro constantemente). Por esa misma razón, Freire menciona que debemos tener definido nuestro objetivo como educadores, ya que gracias a esto lograremos empujar a nuestros estudiantes con base en nuestro propósito principal.
Por último, y a manera de conclusión, el quinto aprendizaje que adquirí de las cartas de Freire es sobre la importancia de tener esperanza en la vida. Dado que no vivimos en un mundo perfecto, y probablemente nunca lo será, debemos luchar para eliminar el odio que existe, combatir todas las injusticias y alzar la voz a pesar de que seamos silenciados. El ser humano no es perfecto, sin embargo, debemos mantener una visión optimista respecto a nuestro futuro y a lo que podemos lograr como individuos y como sociedad. Dicho esto, es fundamental que mantengamos la esperanza para un mundo mejor; como educadores, debemos transmitirles a nuestros educandos el deseo de crear y de construir, de imaginar y de luchar; ya que gracias a esto, el pesimismo que tenemos respecto al mundo, se verá reemplazado por una luz que nos guíe a todos y a todas hacia un camino lleno de más respeto, paz y amor.