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Una propuesta de evaluación intercultural en Educación Superior

Este escrito nace en el marco de la licenciatura en pedagogía de la Universidad Iberoamericana, a partir de la asignatura de Evaluación Educativa que cursé por asesoría con Lourdes Caudillo durante el semestre de primavera 2022 y el acompañamiento estudiantil que tuve la oportunidad de dar en la materia optativa “Educación e interculturalidad” con Stefano Sartorello, en el mismo semestre. En esta última clase, pusimos a prueba un intento de evaluación intercultural, el cual se compuso de algunas estrategias que quiero compartir en este texto. 

Considero que lo expuesto a continuación, puede ser de utilidad para explorar alternativas de evaluación que vayan más allá de métodos violentos, como son los exámenes punitivos, las rúbricas homogéneas y las puntuaciones cuantitativas, aproximándose a una evaluación constructiva, justa y dignificante que respete y valore la diversidad. 

Se presentarán primeramente los fundamentos sobre la importancia de una evaluación intercultural, definiendo brevemente lo que entiendo por educación, evaluación e interculturalidad, como punto de partida para entender desde dónde posiciono este texto. Posteriormente, se mencionarán algunas estrategias, sin pretender que sean las únicas ni las correctas, que pueden abonar a co construir evaluaciones interculturales en educación superior y a abrir la reflexión para propiciar más estrategias que vayan en este sentido. Para finalizar, se cerrará con algunas reflexiones puntuales y concisas sobre el tema.

Fundamentos teóricos

EDUCACIÓN

La educación como un concepto amplio y complejo, que se contrapone a la escuela como tipo de dominación que inculca sistemáticamente hábitos legitimados por la sociedad e impuestos por el poder (Max Weber, en Lerena, 1999).

Como expresa Iván Illich (1985), la educación debe buscar que cada persona se auto-defina a través de su aprendizaje y la compartición de este, partiendo de la auto-motivación que depende de cada une y no de la autoridad. Es por eso que se deja de concebir a la academia como institución que legitimiza el saber valioso o importante y se entiende que la educación sucede en muchos espacios y contextos.

La intención de basarse en este enfoque es tomar una postura crítica que permita deconstruir prácticas violentas institucionales que han producido, reproducido e incentivado la continuación del sistema capitalista, patriarcal, racista y opresor. Cuestionando a la institución y priorizando a la educación como proceso que abona a los proyectos de vida, la identidad y los valores.

EVALUACIÓN

La evaluación se puede entender desde distintas perspectivas, una de ellas es la evaluación tradicional que se vincula al concepto de medición del rendimiento académico. Esta postura prioriza el control y la restricción, con elementos de jerarquización, selección y exclusión. Se fundamenta prácticamente en los exámenes, sin mirar otros aspectos del proceso educativo. Se podría decir que es una evaluación educativa “que no educa a nadie” (Moreno, 2009, p.578). Es importante mencionar que esta perspectiva se ha mantenido hasta la actualidad en los contextos académicos y a medida que se escala en el sistema educativo, la evaluación se hace más perversa (Moreno, 2009).

En contraparte a esta visión, en este texto se parte de una concepción humanista, en donde la evaluación se desarrolla dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje, que genera una conexión humana entre estudiantes y profesores, incentivando la confianza y la cercanía (Moreno, 2009). se persigue una evaluación formativa, esto quiere decir que no se busca una evaluación sumativa que se limite a una calificación, sino que ésta sea durante el proceso y oriente a les estudiantes para que su aprendizaje mejore, al igual que a les docentes a adecuar sus prácticas a las necesidades actuales del estudiantado y a concebirse como aprendices durante el proceso educativo (Martínez, 2013). por lo que, la evaluación es una cuestión compleja, amplia, holística, abierta e inacabable, sin olvidar la importancia de adecuarla a los distintos contextos (Moreno, 2009).

La evaluación se puede entender desde distintas perspectivas, una de ellas es la evaluación tradicional que se vincula al concepto de medición del rendimiento académico. Esta postura prioriza el control y la restricción, con elementos de jerarquización, selección y exclusión. Se fundamenta prácticamente en los exámenes, sin mirar otros aspectos del proceso educativo. Se podría decir que es una evaluación educativa “que no educa a nadie” (Moreno, 2009, p.578). Es importante mencionar que esta perspectiva se ha mantenido hasta la actualidad en los contextos académicos y a medida que se escala en el sistema educativo, la evaluación se hace más perversa (Moreno, 2009).

La evaluación debe funcionar para propiciar aprendizaje, es un proceso multidimensional permanente que ayuda a motivar y retar a les estudiantes a que continúen en la construcción de sus propios procesos educativos. Para esto, la evaluación se debe de dar por parte de todos los sujetos implicados en el proceso, haciéndola de forma creíble, útil e interesante (Soledad y Rodríguez, 2020).

Esto se convierte en una tarea complicada cuando los sistemas educativos hacen énfasis en los resultados, antes que en los procesos, además de transmitirle a les estudiantes que elles tienen la culpa sobre el fracaso escolar. Pues si entendemos el acto de evaluar en su complejidad, vemos que cuando les estudiantes son evaluades de forma homogénea, se transmiten valores de desigualdad, ya que no todes parten de los mismos lugares ni cuentan con las mismas características. Lo peligroso es que la evaluación tradicional es legitimada por la academia.

Es así como les estudiantes que logran interiorizar los valores de la educación sumativa, serán “existoses” en el mundo capitalista, mientras que quienes no lo logren, sentirán que tienen la responsabilidad sobre ello (Parsons, 1976). Al centrar la evaluación en las calificaciones, entendemos que éstas han sido vistas como una recompensa para aquelles que logran interiorizar el sistema de valores impuestos en la sociedad, convirtiéndose en un condicionamiento. La escuela da diplomas, y mientras más difícil sea obtenerlos, más valor tienen, pero más excluyente se convierte (Jeffrey, 1989). Si agregamos las relaciones de poder y dominación reflejadas en las asimetrías étnicas, religiosas, económicas, sexo-genéricas, etc., esto se vuelve más complejo, porque atraviesan las estructuras e influyen en el “éxito” escolar y laboral.

Lo anterior puede ser visto como una violencia hacia les estudiantes, pues la evaluación tiene implicaciones en la persona evaluada “la evaluación es, por definición, una cuestión de juicio. Es una experiencia profundamente personal y emocional para el alumno sometido a ella, y puede tener un efecto de largo alcance sobre los alumnos, los educadores y la naturaleza de la sociedad en que viven” (Earl y LeMahieu, 2003, en Moreno, 2009, p.569).

Es por eso, que les docentes tienen un papel muy importante en lo que se les transmite a les estudiantes, pues son elles quienes pueden hacer la diferencia o continuar con los métodos tradicionalistas en donde se usa la evaluación para probar su figura de autoridad y tener control sobre el grupo; generando estudiantes en sumisión, en donde el desacuerdo no pueda existir, ya que todo influye en la calificación final, por lo que se enseña a obedecer, dejando de lado la opinión y las emociones de les estudiantes; además de imposibilitar el pensamiento crítico, el juicio independiente, la discrepancia y las relaciones horizontales (Moreno, 2009).

Por lo anterior, es fundamental hacernos la pregunta ¿Para qué se evalúa y cuál es el significado que se le da a la evaluación? La evaluación no debe responder a jerarquías o cuestiones burocráticas, tampoco a la exclusión o a relaciones de poder y control entre estudiantes y profesorado, sino que debe ser para el aprendizaje, el proceso y la mejora, tomando una postura ética y crítica. Para esto, es necesario generar espacios de confianza y comunicación, en donde les estudiantes sean sujetos de su propia educación (Moreno, 2009).

Sin embargo, no es una cuestión sencilla para les maestres, pues cuentan con conductas arraigadas que han repetido durante mucho tiempo, en donde el enfoque ha sido una evaluación punitiva que prioriza las calificaciones, además de contar con poco tiempo y pocas herramientas para realizar una evaluación formativa profunda. Por eso, la responsabilidad es compartida, pues transformar estas prácticas, en muchos casos, es un arduo trabajo debido a la estructura del sistema educativo. Por lo que, este cambio no se dará con talleres de actualización a maestres, sino que se necesita una transformación conceptual compleja, es decir, un cambio sobre la visión que se tiene de la educación y evaluación por parte de todes les involucrades: estudiantes, profesores, directivos, mamás y papás de les estudiantes, escuela, sistema educativo, etc. (Martínez, 2013).

Lo anterior es profundo porque habla de estructuras que han organizado el sistema educativo a nivel mundial. Por eso, podría surgir la pregunta de: Como docentes ¿Cómo podemos transitar hacia una evaluación formativa cuando el sistema educativo y las instituciones priorizan la evaluación sumativa y los resultados sobre los procesos? La respuesta no es fácil. Además si entendemos que “las concepciones docentes se constituyen como organizadores implícitos referidos a creencias, significados, conceptos, proposiciones, imágenes mentales y preferencias que influyen tanto la manera de percibir la realidad como las prácticas que implementan” (Katzkovicz, 2010, en Martínez, 2013, p. 137) y estas formas de ver la educación muchas veces se sustentan en el sistema tradicional, la transformación se complica.

Podemos comprender que el cambio implica una gran deconstrucción por parte de todos los actores y lo principal es que elles estén dispuestes a cuestionar sus prácticas, reflexionar y buscar nuevas posibilidades. Enfocándonos en les docentes, podemos encontrar que dentro del caos existen alternativas para transformar estas prácticas, una de ellas es a través de la reflexión en la acción y sobre la acción, (Schön, 1987) cuestionando conocimientos previos, conociendo nuevos enfoques y experimentando y valorando otras metodologías (Martínez, 2013).

INTERCULTURALIDAD

Se parte de una interculturalidad crítica y decolonial, como la define Walsh (2012):

Una posición que denominamos crítica y desde la cual partimos aquí, enfoca los procesos que se inician desde abajo hacia arriba, desde la acción local, que buscan transformaciones sociales y para cuyos logro se requiere ir en múltiples dimensiones […] implica un proceso de subalternización, descolonización y de-colonialidad, […] impulsar cambios estructurales o sistémicos. (p.34)

Aterrizando lo anterior al contexto de educación superior, se busca les docentes reconozcan las estructuras de poder existentes dentro del aula, para deconstruirlas e incentivar relaciones más horizontales con sus estudiantes; esto no quiere decir que les docentes se convierten en amigues, sino que se hace un esfuerzo por valorar los diversos conocimientos, entender que las jerarquías y el control obstruye al aprendizaje y que el interaprendizaje es parte fundamental del proceso educativo.

Hablando de evaluación, el poder puede ser un tema complicado, pues se ha acostumbrado a que el poder de la evaluación lo tiene la persona a cargo del grupo. La interculturalidad cuestiona lo anterior, buscando abrir los espacios de aprendizaje, propiciando una deconstrucción y co-construcción de otras prácticas.

Otra cuestión importante, es que la interculturalidad busca valorar la riqueza de las diferencias, entendiendo que les estudiantes son diverses, no mejores ni peores por cumplir con estándares preestablecidos por la institución. Esto implica una deconstrucción por parte de les docentes para aprender a valorar las diferencias, no de forma folklórica o a través de la lástima, sino que logrando ver genuinamente a sus estudiantes, sin olvidar las áreas de oportunidad, al igual que reconociendo otras epistemologías. Además de transmitir confianza y generar un espacio seguro para que les estudiantes se sientan valorades para compartir. Sin obviar que existen fuertes asimetrías y relaciones de poder que requieren de una profunda decostrucción estructural, pero que puede empezar en lo local, como expone Walsh (2012), “de abajo hacia arriba”.

Asimismo, una evaluación intercultural debe ser contextualizada, repudiando las evaluaciones estandarizadas que buscan homogeneizar, violentando a la diversidad con una dominación epistémica. Evaluar de forma distinta a les estudiantes a partir de lo que cada une necesite, haciendo un acercamiento personalizado y no generalizado.

A partir de lo presentado, nos preguntamos ¿Cómo logramos una evaluación intercultural estando dentro de la institución?, y en específico, lo que nos atañe en este texto sería ¿Cómo cambiamos el significado de la evaluación para que ésta pueda ser intercultural?, desafiando y deconstruyendo a la escuela como reproductora de las desigualdades.

Habiendo dicho lo anterior, se proponen las siguientes estrategias, las cuales fueron aplicadas en el curso: “Educación e interculturalidad” en el semestre de Primavera 2022 y que muestra una forma, no se pretende que sea la mejor ni la única, de acercarse a una evaluación intercultural en educación superior.

Estrategias para una educación intercultural en educación superior

Se proponen cuatro estrategias que pueden abonar a la forma de aplicar los conceptos y las reflexiones anteriores.

1. Sesión con les estudiantes para hablar sobre la evaluación y formalizar los criterios de evaluación

Se propone tomarse un tiempo al inicio del semestre/ ciclo para fijar los criterios y porcentajes de evaluación con les estudiantes, entendiendo la importancia de la transparencia, además de generar un ambiente de confianza, honestidad y participación entre el grupo y les facilitadores (Moreno, 2009). Fijar los criterios no es solamente hacer una tabla de porcentajes, sino significa hablar de la evaluación, de cómo la entendemos o cómo pensamos que puede beneficiar nuestro aprendizaje.

Algunas preguntas que pueden ayudar a abrir la reflexión son:

  • ¿Cómo vives tu educación universitaria? ¿Qué sentido tiene estudiar tu carrera para ti?  
  • ¿Qué es para ti la evaluación? ¿En qué difiere de la calificación?
  • ¿Cómo te gusta que se evalúen tus aprendizajes? ¿Cómo te gusta que se califiquen tus aprendizajes?
  • ¿Qué criterios y cuáles instrumentos propones para auto-evaluar y co-evaluar tus aprendizajes en este curso?
  • ¿Qué criterios y cuáles instrumentos propones para auto-calificar y co-calificar tus aprendizajes en este curso?
  • Al finalizar con las preguntas y reflexiones, se sugiere acordar entre todo el grupo cuáles serán los criterios de evaluación, abriendo la posibilidad de generar criterios diferenciados para cada une dependiendo de lo que valoran.

Se requiere que el estudiantado sea partícipe en el proceso de deconstrucción desde una perspectiva crítica e informada. Es fundamental no saltarse el paso de la reflexión, ya que se busca que los criterios de evaluación partan de un cuestionamiento, para que se entienda la importancia de la evaluación y no se caiga en un intento por cambiarla sin que les estudiantes se pregunten sobre su concepción de esta. Asimismo, que les educandos construyan los criterios de evaluación con les docentes, habla de una deconstrucción del poder del profesorado, en donde se prioriza al aprendizaje sobre el control. Esto será fundamental para que les educandos se comprometan con la evaluación, y la entiendan como una cuestión que impulsa su aprendizaje en lugar de condicionarlo.

2. Valoración personalizada

Es necesario generar espacios de confianza, honestidad, horizontalidad y cercanía entre docentes y estudiantes. Las valoraciones van más allá de charlas momentáneas, sino que buscan influir en el proceso educativo de les estudiantes y docentes. Estos espacios sirven para platicar de forma horizontal y ayudar a visualizar las áreas de mejora de ambas partes. La valoración es un ejercicio de reciprocidad, ambos lados se miran y reflexionan para reflejarle al otre lo que valoran y las áreas de oportunidad, desde un lugar humano de comprensión.

Al entender el acto educativo como un proceso de transformación colectiva e individual, las valoraciones permiten ir más allá del ámbito académico y concebir a las personas de forma compleja, con intereses, necesidades, dificultades, logros, etc. los cuales, en momentos, son opacados por la inercia del currículo institucional, pero es importante reconocerles para impulsar el aprendizaje. De ahí la valioso de tomarse un tiempo para tener un espacio personalizado que ayude a ver a les estudiantes y a les docentes de forma humana.

Por otro lado, mencionar que las valoraciones deben ser voluntarias, es decir, les estudiantes deben estar de acuerdo en hacerlas y encontrar espacios cómodos y de confianza para que se puedan desarrollar. Además de reconocer que tener charlas personalizadas requiere de tiempo y dedicación por parte de les facilitadores, por lo que no siempre será posible debido a la cantidad de estudiantes que puede tener un docente. Sin embargo, recalcar la importancia que tiene la valoración de los aprendizajes y que esto se puede hacer de distintas formas, es cuestión de encontrar diferentes estrategias que se adecúen a las posibilidades y limitaciones.

3. Co-evaluación

La coevaluación es fundamental para que la evaluación sea compleja, porque toma en cuenta la visión de muchas personas implicadas en el proceso educativo. Asimismo, fomenta que el acto educativo sea responsabilidad de todos los actores, en donde entre todes se reflejan aspectos de mejora y eso potencia el aprendizaje.

La coevaluación puede ser vista como una herramienta muy útil que permite la evaluación personalizada, como se expuso en la estrategia de la “valoración personalizada”, les docentes no siempre tienen la posibilidad de hacer valoraciones individuales a cada estudiante, como menciona Topping (2010), “en la mayoría de las aulas hay más alumnos que maestros, por lo que la retroalimentación de los compañeros puede ser más inmediata, oportuna e individualizada que la del docente” (en Martínez, 2013, p.145).

A pesar de lo anterior, es una realidad que les estudiantes ponen cierta resistencia al evaluar a sus compañeres, de ahí la importancia de hablar sobre esto y ponerlo en práctica en varias ocasiones. Les docentes no deben imponer criterios para la coevaluación, como rúbricas, pues esto empobrecería la experiencia, ya que la autonomía tiene un papel fundamental en la coevaluación, porque los criterios pueden ser subjetivos y parten de lo que cada educande considera relevante. De esta forma, se puede abrir el aprendizaje a distintas formas de concebirlo.

Por otro lado, hacer ejercicios de coevaluación es benéfico para la formación de les estudiantes, pues propicia el desarrollo de la toma de decisiones, la reflexión sobre los aprendizajes, la comunicación asertiva, la escucha, la autonomía, etc. Aunado a que la coevaluación puede diversificarse, es decir se puede hablar del desempeño de todas las personas que están involucradas en el proceso, pero también se puede hacer una coevaluación de algún trabajo o reflexión.

Por eso, se planeta la coevaluación como parte continua de un proceso educativo y no solamente como algo que sucede al final, ya que debe servir para que el proceso educativo mejore. Para lograrlo, la retroalimentación debe ser de calidad y específica, con la posibilidad de hacerla colectivamente si el grupo muestra confianza, respeto y compromiso (Martínez, 2013)

Por último, fomentar que les docentes participen en la coevaluación para lograr un espacio horizontal y de reciprocidad, en donde todas las personas pueden ser valoradas y también tener áreas de oportunidad y mejora. Esto habla de una deconstrucción de las relaciones de poder por parte del facilitadore, al igual que de un posicionamiento como educande, pues se pone en una situación de igualdad, permite ser retroalimentade.

4. Auto-evaluación

Se entiende que la autoevaluación también es una forma de aproximarse a los pensamientos de les estudiantes, y esto se convierte en una forma de retroalimentación hacia les docentes, ya que, desde lugares muy honestos, les educandes exponen libremente sus aprendizajes y sus áreas de oportunidad. Esto sirve a les maestres para saber cuál es la percepción de las estudiantes sobre la materia y saber qué aspectos fueron positivos y cuáles requieren de modificaciones.

Existen muchas formas de hacer autoevaluación, se puede entregar a les facilitadores de forma individual, hacerla entre pares o compartirla con todo el grupo. Asimismo, se puede proponer que les facilitadores también lleven a cabo una autoevaluación para dar cuenta de sus aprendizajes y áreas de oportunidad, con la finalidad de buscar un espacio más horizontal y que el aprendizaje sea co construido.

Por otro lado, la autoevaluación es clave para dar cuenta de los procesos educativos de transformación, ya que este tipo de evaluación refleja cuestiones muy personales y profundas que van más allá de criterios cuantitativos. La autoevaluación permite reconocernos, reflexionar sobre nuestros procesos educativos y ser una brújula para guiar la continuación. La autoevaluación no pretende finalizar el proceso educativo, sino mostrarnos los siguientes pasos de este.

Reflexiones finales

Quiero mencionar la importancia de concebir a la evaluación como un proceso de riqueza y crecimiento que vale la pena explorar, alejándonos de la importancia que se les da a las calificaciones que poco nos dicen o aportan. Es por eso, que a pesar de que la institución siga beneficiando a las mediciones cuantitativas, se puede hacer un trabajo, reconociendo las posibilidades y limitaciones, para priorizar la evaluación constructiva en el acto educativo, dejando a las calificaciones en un segundo plano.

Pienso que es sumamente relevante deconstruir las evaluaciones punitivas para priorizar el aprendizaje diverso, entendiendo que seguir reproduciendo un sistema de evaluación homogéneo tiene repercusiones importantes en el estudiantado, comenzando por una cuestión emocional importante, para seguir con un castigo para impedirles continuar con sus estudios académicos. Con este escrito se busca proponer algunas estrategias, probablemente defectuosas y cuestionables, con la intención de propiciar que éstas se amplíen y mejoren, sin embargo hacer el énfasis en que lo importante es darse un tiempo para reflexionar sobre lo que concebimos por evaluación, para así tomar una postura y actuar en concordancia a ella.

Considero fundamental pensar en la evaluación con una perspectiva intercultural, dejando para siguientes investigaciones el análisis de cómo las desigualdades y el poder expresados en el racismo, clasismo, patriarcado, homofobia, etc. operan en la evaluación. Pues estoy segura que este escrito solo es un primer acercamiento, pero existen muchos factores que vale la pena explorar a profundidad. Hago la invitación a las personas que me han leído y que tienen alguna posibilidad de abonar a este tema, que se animen a experimentar nuevas prácticas, sabiendo que los procesos educativos siempre serán procesos en construcción.

  • Illich, I. (1985). La sociedad desescolarizada. Ediciones Gadot.
  • Jeffrey, A. (1989). Las teorías sociológicas desde la Segunda Guerra Mundial. Universidad de California.
  • Lerena, C. (1999). Educación y cultura en Max Weber. En Enguita, M (1999). Sociología de la Educación (pp. 72-81). Editorial Ariel, SeA
  • Martínez, F. (2013). Dificultades para implementar la evaluación formativa. Perfiles Educativos, 35 (139), 128-150.
  • Moreno, T. (2009). La evaluación del aprendizaje en la universidad. Tensiones, contradicciones y desafíos. Revista Mexicana de Investigación Educativa, 14 (41), 563-591.
  • Parsons, T. (1976). La clase escolar como sistema social: alguna de sus funciones en la sociedad americana. Revista de educación, 242, p. 64-86.
  • Soledad, M. y Rodríguez, G. (2020). Aprendiendo a Evaluar para Aprender en la Educación Superior. Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa, 13 (1), 5-8.
  • Walsh, C. (2012). Interculturalidad crítica y (de)colonialidad. Ediciones Abya-Yala.
  • Sofia Mitsuki Ávila Manzano

Pedagogía penitenciaria en México  

LA LIBERTAD en todos sus sentidos es una necesidad y derecho fundamental que posee todo ciudadano y ciudadana sin importar su clase social, género, orientación sexual, etnia, etc. sin embargo, ¿qué sucede cuando alguna persona infringe alguna de las leyes que ayudan a regular las conductas humanas que están establecidas en nuestro país, para lograr una convivencia sana y pacífica dentro de la sociedad mexicana?

Aquella persona que viola una norma o más, recibe como consecuencia una sanción o pena, ya sea como pagar cierto monto para ser liberado o una fianza en cierto límite de tiempo o ser trasladado a un centro de reinserción social por tiempo definido o indefinido; dependiendo del proceso y sentencia judicial.

Los centros penitenciarios están diseñados para albergar cierto número de personas; se dividen en varoniles, femeninos, mixtos y para adolescentes en conflicto con la ley. Son lugares que tienen como función excluir aquella persona que delinquió del resto de la sociedad, castigándola con la privatización de su libertad física desde meses o hasta años.

Los penales tienen como objetivo proteger a la sociedad de las “personas peligrosas”, disuadir a aquellos que tengan en mente cometer crímenes o delitos, separar al convicto del ambiente de criminalidad, reeducar al convicto para así lograr su reinserción y en determinados casos, impedir que un acusado huya del país mientras se está realizando un proceso judicial (pol bertran prieto). asimismo, vigilar, promover, prevenir, identificar, disuadir y disminuir violaciones a los derechos humanos de las personas privadas de la libertad y se pueda llevar a cabo el proceso de su reinserción social (CEDHNL, s/f).

El proceso de reinserción social se sustenta en ejes basados en la educación, salud, deporte, trabajo y capacitación para el trabajo; todo ello con respeto a los derechos humanos para crear una sociedad equitativa dentro de los penales mexicanos. Este proceso de readaptación social, es un trabajo multidisciplinar para que el tratamiento penitenciario sea satisfactorio para la persona que está en contextos de encierro y uno de los actores que tienen un papel fundamental para lograr la rehabilitación social de este grupo de personas vulnerables, son los/as pedagogas y pedagogos.

El tratamiento penitenciario en la República Mexicana tiene como propósito garantizar atención de salud física y mental, acceso a educación, capacitación y trabajo, actividades de deporte, así como recreativas, artísticas y culturales; vinculación familiar y acceso a la información para fortalecer el logro de la reinserción social.

La pedagogía penitenciaria surge de la necesidad de brindar atención social en específico en este sector. Surge de la pedagogía social que es una pedagogía que se centra en dar atención y solución a las demandas de sectores considerados como socialmente vulnerables; está centrada en intervenir en y ante los diversos problemas que el sector de la población penitenciaria tiene y promover la mejor reintegración social mediante la educación (Ramírez de la Rosa, 2012, pág.75-76).

La pedagogía penitenciaria es la encargada de crear, elaborar, brindar, implementar y evaluar cursos-talleres y prácticas para la población interna interesada en tomarlos, además de canalizar a los internos al centro escolar donde realizarán parte de su tratamiento, ya que la otra parte de su tratamiento estará en función de la capacitación para y en el trabajo, y de las actividades culturales, deportivas y de tratamiento auxiliar, donde son canalizados de acuerdo al estudio pedagógico realizado y aplicado. De igual manera, se encarga de dar seguimiento a los internos después de cierto tiempo para verificar que el interno esté cumpliendo con su tratamiento y si realmente está funcionando eficazmente este tratamiento penitenciario (Ramírez, 2012, p.70).

La educación es un medio indispensable para la readaptación social del convicto/a. El trabajo y educación son y serán dos fundamentos pedagógicos del principio de readaptación dirigidos principalmente a evitar la residencia del interno/a, modificando y reformando su conducta para que este se reinserte adecuadamente en la sociedad mexicana (Ramírez, 2012, p.72).

Esta rama de la pedagogía social, reflexiona sobre la educación y medios idóneos de educar a la persona recluida en estos centros de reintegración social para lograr un mejor ser humano. Son medios que se ejecutan y llevan a cabo porque la persona es un ser social por naturaleza, por lo que no deja de aprender y de formarse a lo largo de su vida, independientemente del lugar en el que se encuentre (Ramírez, 2012, p.75).

Los programas educativos, laborales y culturales que se crean, elaboran e impartan en estos contextos de encierro, deben ser sustentados y evaluados por profesionales de la educación; llevarlos a cabo, sin omitir la parte de derechos humanos y dar seguimientos post-penitenciarios, dado que la finalidad es que no se vuelvan a cometer esos actos por los que fueron privados de su libertad física.

La pedagogía penitenciaria brinda intervención en este sector vulnerable y marginado para atender y ver por las personas que se hallan en estado de reclusión (Ramírez, 2012, p.76).

El pedagogo penitenciario debe ser capaz de tener una mente abierta y fuerte, libre de prejuicios para no hacer distinciones y evitar etiquetas hacia aquellas personas que buscan llevar a cabo el tratamiento penitenciario para mejorar y reintegrarse a la sociedad exitosamente.

Las pedagogas y pedagogos penitenciarios se ocupan de las personas que están recluidas para reeducarlos, reintegrarlos y proveerlos de asistencia social, porque su propósito es instruir y readaptar a los internos en individuos que logren reubicarse de nuevo en la sociedad y cuenten con habilidades intrapersonales e interpersonales, habilidades socioemocionales e interculturales, competencias transversales, valores cívicos, morales y educación, para que al término de su rehabilitación social tengan un reencuentro exitoso con el exterior, con los seres vivos que habitan y son parte de ese exterior, y sobre todo con ellos/as mismos/as.

Dibujando la inclusión

El arte tiene muchas formas de expresarse, podemos  pensar que es un lenguaje universal. Por ello, nos  dimos a la tarea de aprender todas las señas necesarias  para realizar una sesión artística con los niños y niñas que actualmente cursan 3° y 4° de primaria en el IPPLIAP y con sus maestras. 

La actividad consistió en que los niños y niñas realizaran un  dibujo que expresara lo que la escuela les hace sentir, mientras  que las maestras, realizaban un dibujo que expresara su sentir al  dar clase a miembros de la comunidad sorda, pues en este caso  ambas maestras son oyentes. 

Para nosotras, esta sesión fue más allá de un encuentro con colores y crayolas; representa el principio del fin de algunas barreras de lenguaje con los alumnos sordos por parte de las generaciones de pedagogas en formación. 

Se logró crear un ambiente de confianza y respeto en el que los niños, niñas y docentes pudieron expresarse libremente.

Los dibujos que realizaron fueron realmente impresionantes, reflejando de manera clara y emocionante sus vivencias escolares. Pudimos ver dibujos que representaban la amistad, la alegría de aprender, el esfuerzo, la superación y muchos otros temas relacionados con su experiencia en la escuela.

EN RESUMEN, esta actividad artística fue una experiencia única y enriquecedora que nos permitió conocer más de cerca la realidad de los participantes. Nos dejó una gran lección de inclusión y respeto hacia las diferencias, y nos hizo reflexionar sobre la importancia de promover espacios en los que todos los niños y niñas puedan expresarse libremente.

Museo comunitario como diálogo educativo y cultural

LAS SIGUIENTES LÍNEAS BUSCAN A INVITAR A DESCUBRIR AQUELLOS ESPACIOS DE LA VIDA COLECTIVA, DE LOS PUEBLOS, DE ESPACIOS RICOS EN DIVERSIDAD CULTURAL, CON ALTO POTENCIAL DIALÓGICO Y EDUCATIVO ENTRE SUS AGENTES, SE TRATA DE LOS MUSEOS COMUNITARIOS EN MÉXICO.

El desarrollo comunitario es también una acción educativa propia de la pedagogía, “puesto que busca  modificar actitudes y prácticas que se resisten al mejoramiento social y económico”. La relación con  el concepto de museo es que éste es en sí mismo un espacio social y no un centro de extensión de la  escuela. 

De acuerdo con el Consejo Internacional de Museos, de la Organización de las Naciones Unidas para  la Educación, la Ciencia y la Cultura (ICOM-UNESCO), el museo es “una institución permanente, sin  fines de lucro, al servicio de la sociedad y su desarrollo, abierta al público, que realiza investigaciones  concernientes a los testimonios materiales del hombre y su entorno, los adquiere, los conserva, los  comunica y principalmente los exhibe con fines de estudio, educación y deleite”. 

Existe diversidad de literatura que plantea la experiencia museística como un proceso de aprendizaje significativo. El potencial educativo que brindan los museos puede maximizarse si se utilizan más elementos posibles: inteligencias, aprendizajes, niveles cognitivos, sentimientos, aspectos sociales; la apuesta es que los visitantes de museos realicen conexiones únicas en los mismos.

El concepto de museo ha cambiado conforme la historia de la humanidad (Ver Diagrama 1). A principios del siglo XX la creación de museos sobre temáticas específicas empezó a proliferar, y con ello su tipología se amplió. De acuerdo con su especificidad existen propuestas en arqueología, numismática, conmemorativos, tecnológicos, biográficos, de un monumento, del ejército, históricos, de arte, científicos, entre otros.

Clasificación de museos de acuerdo con su generación

De acuerdo con el Programa Nacional de Museos Comunitarios (PNMC), impulsado por la Unidad  de Desarrollo Social, Educación y Cultura de la Organización de los Estados Americanos (UDSEC OEA), el museo comunitario además de ser recinto que alberga objetos del pasado, representa la  posibilidad para las personas integrantes de la comunidad de:

  • Aparecer ante los otros como sujetos con historia,
  • Ser generadores y portadores de cultura,
  • Concebirse como sujetos que han participado en el curso de los acontecimientos locales o regionales.

El proceso de creación del museo es también un proceso colectivo de reflexión, de  adquisición de una idea de continuidad y transformación. Se trata de proyectos sociales,  promovidos, creados y dirigidos por la comunidad organizada, de ahí que ninguna institución  o entidad externa a las comunidades es la que crea estos museos.

“El museo comunitario es la vida de un pueblo donde dejamos plasmado nuestro pasado y  así; dejar huella a las futuras generaciones […] es un espacio donde la comunidad realiza  acciones de adquisición, resguardo, investigación, conservación, catalogación, exhibición y  divulgación de su patrimonio cultural y natural, para rescatar y proyectar nuestra identidad  fortaleciendo el conocimiento de su proceso histórico a través del tiempo y del espacio.”

En 2011 el Sistema de Información Cultural (SIC)4 del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), señaló que, de 1400 museos en México, el 50% son comunitarios. En el “Manual para la creación y desarrollo de Museos Comunitarios”, se proponen cuatro objetivos del museo comunitario:

“Los museos comunitarios han fundado un modelo de incorporación activa de las comunidades en las tareas de investigación, conservación y difusión de su propio patrimonio cultural […] la inauguración de un recinto cultural de este tipo constituye la cristalización de un proceso paulatino de relación de la colectividad con el conocimiento y el manejo de su patrimonio, que resulta de una extraordinaria riqueza tanto organizativa como educativa […] el acento está puesto en la capacidad de responder a las necesidades de conocimiento colectivas.”

PARA FINALIZAR 

Un museo vivo está íntimamente relacionado con su  comunidad. Ana Gabriela Bedolla nos señala que  “requerimos del establecimiento de espacios para un  diálogo respetuoso entre dos maneras de concebir la tarea  educativo-cultural […] el museo comunitario puede ser  el escenario adecuado para iniciar ese diálogo capaz de  contribuir al enriquecimiento mutuo de las preguntas y los  saberes que se consideran dignos de ser conservados y,  consecuentemente, transmitidos”.  

Es necesario pensar en espacios vitales y útiles alternos a lo  escolarizado o a nuestra idea de escuela, así como reconocer  que los museos comunitarios son también medios de acción  pedagógica, que merecen ser investigados en conjunto con  las aportaciones que todo museo brinda a la sociedad, ya  que son lugares abiertos a diversidad de poblaciones.

  • ALDEROQUI, Silvia. Museos y escuelas: socios para educar. Argentina: Paidós, 2006, 352 p.  
  •  La educación en los museos: de los objetos a los visitantes. Argentina: Paidós, 2011, 272 p.  
  • ANDER-EGG, Ezequiel. Metodología y práctica de la animación sociocultural. Madrid: CCS, 2000, 431 p.  
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  • KOTLER, Neil y Philip Kotler. Estrategias y Marketing de Museos, Barcelona, Ariel, 2001, 448 pp.  
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  • SIC-CONACULTA. En línea: http://sic.conaculta.gob.mx/ (Consulta: marzo 2023)

Diez ideas para cambiar la escuela

Aquellas personas que decidimos dedicarnos a la educación tenemos la convicción de que ésta no solo es esencial para el desarrollo humano, sino también es un poderoso motor de cambio. El doctor Juan Carlos Yáñez no parece ser la excepción de esto, y a partir de su inconformidad con la escuela propone 10 ideas para cambiarla; cambiar entendido como “el proceso que emerge del interior de los centros escolares, a partir del trabajo colectivo, para modificar el estado de cosas, corregir defectos y problemas o transitar a un estado superior de performance.” El libro 10 ideas para cambiar la escuela pretende hablarle a profesorxs y autoridades escolares que se asumen como actores de cambio, para producir una mejora de la experiencia educativa. Si bien el libro fue escrito en un marco postpandemia, las propuestas del autor son aplicables en cualquier contexto.

  1. La primera idea es más escuela, menos aula. El aula entendida como cuatro paredes, rígidas y estrictas, en las cuales se fragmentan los aprendizajes (hay un aula de español, una de historia y otra de geografía) y donde se lleva a cabo una instrucción vertical (lx docente es más que lx alumnx) y antipática. A esa situación, la propuesta es ampliar la práctica pedagógica a todos sus espacios y actores. Yáñez, a su vez, menciona que los centros escolares deberían de ser colectivos organizados, pequeñas repúblicas, donde se ejerza la ciudadanía responsablemente y vele por el bien común. Para esto, lxs docentes deben ser personas tolerantes, respetuosas, democráticas y abiertas, pues ellxs modelan el ejemplo.
  2. La segunda idea que nos plantea el profesor Juan Carlos es la de más estudiante, menos alumno. Para entender a qué se refiere habrá que definir qué implica ser alumnx y ser estudiante. Se es alumnx cuando te inscribes a una escuela, lo cual es una condición puramente administrativa donde el actuar es pasivo e inercial. Mientras que ser estudiante implica un compromiso interno, una posición pedagógica existencial, donde eres activo en tu aprendizaje. En un salón de clases puede haber tanto alumnxs como estudiantes y una manera que propone el autor para lidiar con esto es, desde un punto de comprensión y apertura (sin prejuicios) entender cuáles son los intereses de los estudiantes y buscar cómo hacerlos coincidir con los intereses del currículum, para así llevarles al punto de arranque deseable. A esto se le llama tarea pedagógica asertiva. La tarea de las personas que están frente a un salón de clases es potenciar a los alumnxs y conocer a los estudiantes para orientarles a ambos.
  3. La siguiente propuesta es más actividad relevante, menos instrucción. Yáñez explica que la institución educativa debe dejar de lado el hacer por hacer, la bulimia de tareas, donde hay un atracón de información durante el estudio para después vomitar todo el conocimiento en el examen, sin hacer una propia digestión y absorción de recursos. Y en su lugar, procurar únicamente las actividades con sentido, promover la interrogación para lograr que lxs estudiantes reflexionen, dialoguen y por ende, aprendan.
  4. Adicionalmente, Juan Carlos afirma que el proceso de enseñanza aprendizaje no está entrelazado en automático, más bien son dos procesos que no necesariamente se proceden. Por esto, en cuarto lugar, propone más aprendizaje, menos enseñanza. Esto no quiere decir que el ejercicio docente se deba anular, sino más bien “aceptar que los docentes explicamos lo que sabemos y enseñamos lo que somos. En consecuencia, debemos explicar menos, enseñar más.” Partiendo de la idea de que la educación tiene un papel crítico en formar al desarrollo intelectual, personal y profesional de los individuos, tiene mucho sentido pensar que lxs mejores docentes logran “influir en las formas pensar, sentir y actuar de los estudiantes”.
  5. La quinta idea para cambiar la escuela se refiera a ser más profesor, más persona. Para desarrollar esta idea y haciendo referencia al libro Profesores: vidas nuevas, verdades antiguas. Una influencia decisiva en las vidas de los alumnos, el autor menciona dos axiomas “la calidad de las escuelas es, en gran medida, la de sus profesores” y “en todas las escuelas hay buenos docentes, pero sólo las buenas escuelas tienen la capacidad de retenerlos, estimularlos y obtener lo mejor de cada uno”. Tomando esto como referencia, se reconoce la gran importancia de reconocer que lxs docentes son personas con fortalezas y fragilidades, lo cual vuelve esencial conocer y estudiar al personal docente para comprenderles y potenciarles. Por esto, las escuelas deben ofrecer condiciones para el desarrollo de cada una de las personas que forman la plantilla docente al atender sus necesidades específicas.
  6. El siguiente planteamiento es escuchar más, hablar menos. “La educación es un proceso profundamente humano de escuchas mutuas”. De entrada, lxs profesionales de la educación debemos ser empáticos y humildes, debemos aprender a escuchar, no solo oír, también entender y sentir a lxs estudiantes. Comprender que no solo son asistentes de un espectáculo, que tienen cosas que decir. Tenemos que acordarnos que “nadie lo sabe todo y nadie lo ignora todo”, creando espacios de diálogo y discusión el aprendizaje se vuelve parte de la ecuación.
  7. Como séptima idea, Yáñez propone más comunicación. El autor menciona que la comunicación es el torrente sanguíneo de los procesos de enseñanza y aprendizaje, incluso afirma que la educación es un acto de comunicación. Por eso, necesita los atributos principales de la comunicación: claridad, concisión y precisión. Ahora, no se refiere a una comunicación de un solo sentido, sino doble, donde el emisor y el receptor cambian posiciones constantemente. La pedagogía de la pregunta de Freire ilustra esta idea muy bien, pues es dialógica y multilateral, o sea las preguntas van de docentes a estudiantes y viceversa; y a veces utiliza la mayéutica socrática. Estas características son importantes por varias razones: nos educamos en comunidad, es decir que aprendemos de los demás y para eso es indispensable la comunicación; también porque al incitar a los estudiantes a expresar sus ideas se vuelven activos en su aprendizaje y fomenta el pensamiento crítico y la creatividad; finalmente, crear espacios donde todos tengan voz es un principio democrático y forma en valores.
  8. Más y mejor pedagogía, tecnología con sentido es el título de la octava idea para cambiar la escuela. Como ya se mencionó, una de las motivaciones de este libro fueron la evidencia de problemas en la escuela durante la pandemia. Si bien el programa Aprende en casa fue una respuesta insuficiente ante las adversidades, dio cuenta de caminos y desaciertos. Juan Carlos menciona que “La tecnología siempre es un medio. Como tal, responde al fin para el cual se le utiliza. Si el fin es incierto o desacertado, no podrá alcanzarlo. Las herramientas tienen esa condición dual o multifuncional, pero no vida propia” (2022, p.38). Lo que quiere decir el autor con este punto, es que la tecnología es simplemente una herramienta, muy útil y muy dañina al mismo tiempo, y solo juega un papel secundario en el cambio profundo que se requiere para la escuela. Para utilizarla, es imperante un proyecto educativo.
  9. La novena propuesta del autor se me hace una de las más relevantes. Como estudiante de pedagogía, es común que mis amistades se acerquen a mí para quejarse sobre las prácticas de sus docentes y una de las quejas más comunes son las maneras de evaluar. Es muy común que lxs profesorxs realicen “evaluaciones” por exigencia, únicamente para poner una calificación. Realmente, se evalúa poco y mal, por lo tanto comprendemos menos y cambiamos poco. Por esto la relevancia de la más evaluación, menos examinación. La evaluación es un elemento esencial de la pedagogía, pero es un proceso de diálogo, comprensión y mejora, el puente entre la enseñanza y el aprendizaje. La evaluación debe ser formativa, no únicamente sumativa. Es decir, el error no debe ser castigado, sino comprendido, es fuente de análisis y representa una oportunidad para aprender. Aunado a esto, y una de las cosas que más rescato del capítulo es que el autor afirma que la docencia debe ser intelectualmente exigente, profundamente ética, emocionalmente apasionante y paciente.
  10. Por último, más academia, menos burocracia. En este capítulo el autor no pretende desdeñar la importancia del control y el rendimiento de cuentas, simplemente resalta que se debe imponer responsabilidad sin el autoritarismo de las oficinas centrales. Menciona que la docencia debe de ocurrir en territorios de libertad, imaginación y confianza, que el mapa no sustituya al territorio.

CONCLUSIÓN

Después de estas diez grandes lecciones, a manera de despedida y con una visión esperanzadora, Juan Carlos Yáñez nos recuerda que las escuelas no pueden enseñar si no aprenden y hace una invitación a lxs profesorx: “resistan, reinvéntense, dialoguen, aprendan juntos, trabajen juntos, procuren los cambios juntos” (2022, p.47). a nosotrxs, lxs profesionales de la educación, nos corresponde hacer los cambios necesarios en las escuelas, desde la primera fila, para que la educación cumpla con su profundo sentido.

El mar y yo

Sea alabado tu maquillaje azulado

que con sus finas capas

cubre un mundo inexplorado.

Tú, quien le rindes una oda a la Tierra,

con ese cántico de sirena

a todo el mal destierras.

De mañana tienes el Sol en tus olas;

en la tarde el fuego en tu reflejo;

y en la noche se muestran lunas

en tu bello y natural espejo.

Hoy, mi último día de verte

sigues siendo grande y fuerte,

pero te veo apagado

con el rostro marcado

que enseña tu imperfecto lado.

No azotes con fiereza la arena.

No hay de qué preocuparse.

Tu voz en una caracola me serena,

la cual atesoraré en un recuerdo.

Hacia adelante camina

a pesar de partir por diferente sendero.

Y siempre tenlo por seguro

que nuestro amor, ni la distancia

ni el sargazo lo termina.

Otras imperfecciones de Morel

A GONZALO LIZARDO

Su cuerpo era cuarzo dorado al escindir el estanque.

Brazadas.

De los fotógrafos, ocultos tras la arboleda, nadie opinó haberla imaginado más radiante que aquella tarde.

Imponía las evoluciones musculares de su deporte a la necesidad, al milagro irrepetible de captarla.

Ni un disparo.

Sujetaron al pulso lo deforme, luego el responso del agua que acunaba, sin casi chasquear, un peso ahora no remoto: sugerido.

La suma de la recompensa por hacer público su aplomo complejo, los atributos de la piel, los ojos o la lengua, nos atrajo desde innumerables confines. Juzgamos insólitas la hora, la mansión y la intemperie en las que, avisaba el anuncio, el destino si era grato nos agenciaría una primera aparición.

Escribirla con luz rebasó el propósito de sencillamente operar una máquina oscura y competir por la ganancia.

Gimió.

El surtidor, aquietado y diminuto, hizo vertical su respiro: contuvo un segundo el retorno la criatura, hacia su meta inversa, hacia la otra orilla.

¿Cuántas vueltas habría prefijado?

Cuando la contemplamos, al emerger, el espanto por la cantidad inverosímil de las plumas invirtió la sorpresa y fue también unánime la afirmación de que, a partir del instante en que dejara de nadar, o desapareciera inasible, para siempre atraída por el fondo, nuestra práctica del oficio iba a resultarnos una inconsecuente imbecilidad.

Eclipsaba de cualquier otra forma.

Tampoco nos inquietó que, progresiva o débil, volara.

(Dos: tres aleteos escurriendo hilachas de légamo crudo.)

Ni que sus cuencas ancianas acuchillaran, tenues faros, las reminiscencias del crepúsculo apartándose.

Cientos de lentes diáfanos: testificando en la semipenumbra. Ya el enfoque, ya las fluctuantes composiciones.

Y, sin embargo, ni lo monstruoso ni lo creíble, ni lo concreto en la película.

Una capa de plata mortecina cobijó con silencios el fracaso de la imagen, intacta su invisibilidad.

Imprevistos, los tijeretazos y las ventiscas de un helicóptero. Las falsas amabilidades del propietario, haciendo un altavoz, indicaron la orden de permanecer aún escondidos:

–Han de aguardar hasta que asciendan las otras. Recuerden que las asusta la ofensa del flash. Los recoge mi servidumbre a la medianoche.

Antes, luciérnagas.

Alguno tuvo un ataque de sed o de histeria, y se aproximó al estanque ahuecando las manos…

Si una puede todas podemos

La mujer representa un poco más del 50% de la población mundial, sin embargo, las mujeres tienen pocas oportunidades de tomar decisiones en el ámbito político, social, cultural y económico. Como si fuera poco no son tomadas en cuenta para resolver asuntos que están dirigidos a su bienestar, su educación y sus intereses, es por eso qué se podría decir que las mujeres solo existen como un dato estadístico.

A pesar de que la educación es un derecho básico, la mujer se encuentra en una clara desventaja en el ámbito educativo.

A continuación presentamos a dos personajes que lucharon por los derechos de las mujeres sin importarlas consecuencias y los estilos de vida. Esas dos mujeres que dieron la cara y que tuvieron que aguantar muchas injusticias, amenazas y discriminaciones son nada más y nada menos que Malala Yousafzai y Sor Juana Inés De la Cruz, dos mujeres de las cuales estamos orgullosas de presentar. 

Sor Juana Inés De La Cruz

Una niña prodigio que a su corta edad de tan solo tres añitos aprendió a leer y a escribir, con una inteligencia inigualable con el amor a la educación y a la lucha de su derecho como mujer.

A los ocho años escribió su primera obra y en 1667 entró al convento de las Carmelitas Descalzas de México y estuvo ahí 4 meses, 2 años después entró al convento de la orden de San Jerónimo.

Sor Juana eligió desafiar la situación de desigualdad. En 1690 los escritos de Sor Juana Inés fueron tachados y el obispo de la ciudad de Puebla le aconsejó que se centrara en la religión y dejara estos asuntos a los hombres. La contestación de Sor Juana fue escribir “La respuesta a Sor Filotea de la Cruz”, un manifiesto que defiende el derecho de la mujer a la educación y en el que citó a un famoso poeta aragonés para reivindicar el papel femenino en el conocimiento y la educación.

“Uno puede perfectamente filosofar mientras se cocina la cena”.

Malala Yousafzai

Una mujer que tuvo que pasar por la misma batalla que Sor Juana por el derecho a la educación, una batalla en la que miles de mujeres participaron. Malala nacida en Pakistán estaba sometida al régimen talibán en el cual estaba obligada a dejar la escuela, los talibanes cerraron escuelas privadas y prohibieron la educación para las niñas en los años 2003 hasta el 2009. Esta gran defensora de los derechos humanos de la mujer, más que nada educativos, recibió varios disparos por parte del grupo talibán. Hoy es un personaje de importancia mundial porque luchó por sus derechos y los de todas las mujeres, además participo en una campaña para la liberación de mujeres secuestradas. Esta mujer que marcó un gran impacto se convirtió en la ganadora del premio Nobel con menor edad.

“La educación es un poder para las mujeres, y eso es por lo que los terroristas le tienen miedo a la educación. Ellos no quieren que una mujer se eduque porque entonces esa mujer es más poderosa”.

Edmedia. Estereotipos mexicanos

Este material fue creado y difundido con fines educativos. Dentro del mismo tenemos como propósito hablar sobre los estereotipos mexicanos, el cómo afectan nuestra vida cotidiana y la proyección mexicana ante contextos extranjeros. Además, de analizar el papel que tienen los medios para difundir dichos prejuicios. Espero sea de su agrado…

Podemos decir que, los estereotipos, además de tener un valor adaptativo y característico, tienen diversas funciones para el proceso de socialización; por un lado, facilitan un obstaculizan la identidad social. También debemos entender que la relación entre los conceptos “estereotipo”, “prejuicio” y “discriminación” es muy directa y es importante tomarlos en cuenta.

Creando perspectivas

No todas las perspectivas son malas o buscan criticar la diversidad de un país tan hermoso como nuestro México.

Los medios de comunicación nos han enseñado que es un país rico en culturas, platillos gastronómicos, flora y fauna. “México cuenta con una variada gama de sitios para todo tipo de intereses, con casi 2000 monumentos históricos, 1,321 museos, 1,976 centros culturales, 111 pueblos mágicos, 10 ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, entre muchos otros atractivos lugares. En el país se encuentran 189 sitios arqueológicos en todos los estados de la República. Los más representativos son Teotihuacán, Monte Albán, Tulúm, Tajín, Palenque, Chichen Itzá, esta última considerada unas de las 7 maravillas del mundo moderno, solo por mencionar algunos”. (Gobierno de México, 2008).

Los medios también han llegado a conocer a México como un país con variedad de sitios culturales que caracterizan a los mexicanos como gente trabajadora, alegre, empática, humilde con un corazón enorme.

Este tipo de ideas, pese sean “correctas” o “incorrectas” deben verse como una limitante de socialización, los estereotipos hacen que las personas creen juicios y de esta manera ellos generen una opinión antes incluso de conocernos.

Por otra parte, los mexicanos también somos culpables de los prejuicios que se emplean externamente, pues ni nosotros mismos dejamos de etiquetarnos y discriminarnos.

Conclusión

Siempre debemos de tener presente que los estereotipos y prejuicios se ejercen en contexto mexicano, pero también para los mexicanos. Los principales responsables de la difusión de los prejuicios y estereotipos son los medios de comunicación, quienes se han encargado de generar espacios llenos de los mismos. Nos parece un gran acierto que haya información que nos quite la venda de los ojos y nos permita entender las diferentes perspectivas acerca del contexto mexicano.

La educación desde una mirada crítica

Este ensayo habla de la educación como una vía para la emancipación individual y colectiva, que abone a la construcción de un mundo más justo para todxs. Para ello retomaré algunas de las ideas de paulo freire, michael foucault y peter mclaren. En la primera parte se da respuesta a la pregunta ¿qué es la educación? Desde una visión crítica y esperanzadora. Después, se ahonda sobre la importancia del diálogo y el papel del docente y el estudiante en el proceso educativo. Finalmente, se destaca la importancia de considerar estas propuestas, pues si bien no son nuevas, pueden dar respuesta a problemáticas actuales.

¿Qué es la educación?

Freire sostiene que la educación no es un quehacer neutral, sino que siempre es un quehacer político “No hay, pues, una dimensión política de la educación, sino que ésta es un acto político en sí misma” (citado en Marin,1978). Las preguntas ¿La educación para qué, en favor de quiénes y contra qué?, son la guía para marcar la ruta de los procesos formativos hacia los que se quiere encaminar ésta y con ello lograr una transformación radical de la sociedad en favor de las clases dominadas. Se concibe a la escuela como un “espacio detonador” de procesos colectivos y emancipadores.

Es por ello que Freire hace una fuerte crítica a la “educación bancaria”, ya que el pensar al estudiante como un mero repositorio, propicia su pasividad, individualismo y obediencia, lo deshumaniza al restringir su poder de acción. Entonces, a través de la disciplina, se controla la voluntad y el pensamiento, lo que favorece la “normalización”, como diría Foucault (1998), de ciertos conocimientos, comportamientos y valores, los establecidos por la cultura dominante, con lo que se perpetúa una visión jerárquica de la realidad, la de los opresores sobre los oprimidos.

Si bien Foucault (1998) sostiene que por medio de diferentes instituciones que han sido legitimadas socialmente para mantener el orden, disciplinar y castigar -entre las que se encuentra la escuela-, introyectamos determinadas reglas e incluso vigilamos que los demás las cumplan para garantizar el funcionamiento del sistema capitalista; también afirma que donde hay poder hay resistencia, y como todos ejercemos el poder en algún momento, pues somos quienes conformamos el entramado social, tenemos más libertad de la pensamos para desafiar la normalidad y cambiar la estructura social hegemónica, ya que si todo pensamiento es construido, también puede ser destruido.

En el camino de la resistencia una tarea de gran importancia es comprender cómo funciona el sistema-poder, por eso Foucault (1998) también dice que “el saber es poder”. En correspondencia con este planteamiento, McLaren (1984) señala que es necesario hacer conciencia de las desigualdades que la escuela tradicional reproduce y naturaliza, porque sólo visibilizando y criticando estas cuestiones es como la educación cobrará sentido, cuestionar para empujar hacia el cambio.

Lo anterior se relaciona con la idea de praxis de Freire (1975), que se refiere a que no basta solamente con analizar las injusticias o problemáticas del contexto, éste es sólo el primer paso para después pasar a la acción. Entonces, una praxis auténtica implica la reflexión más la acción de los seres humanos sobre el mundo para transformarlo y mejorar las condiciones de su propia vida y la de su comunidad.

En esta tarea la escuela desempeña un rol fundamental, porque como dice Foucault, si bien ésta puede ser un espacio de adoctrinamiento, también lo es para la resistencia, o como señala McLaren (1984): un espacio de lucha en el que pueden ocurrir cambios a favor del reconocimiento y la valoración de la diversidad de saberes y prácticas culturales, sin caer en un pensamiento ingenuo de cómo funciona el mundo y tener presente que se trata de un proceso arduo que va más allá de las aulas.

El Diálogo

Freire sostiene que la educación no es un quehacer neutral, sino que siempre es un quehacer político “No hay, pues, una dimensión política de la educación, sino que ésta es un acto político en sí misma” (citado en Marin,1978). Las preguntas ¿La educación para qué, en favor de quiénes y contra qué?, son la guía para marcar la ruta de los procesos formativos hacia los que se quiere encaminar ésta y con ello lograr una transformación radical de la sociedad en favor de las clases dominadas. Se concibe a la escuela como un “espacio detonador” de procesos colectivos y emancipadores.

Por su parte, Foucault (1998) señala que es por medio del discurso, del uso que se hace del lenguaje, cómo se legitima la verdad y se controla el pensamiento y la voluntad, las palabras, cualquier cosa dicha o escrita de saber técnico y provisto de un saber específico (leyes, reglamentos, teorías), se utiliza para normalizar o excluir. Por supuesto que el primero habla desde una perspectiva en la que se busca la horizontalidad entre los participantes, mientras que el segundo lo hace desde una mirada en la que se privilegia una relación AUTORIDAD-SUMISIÓN.

En la educación liberadora las personas
buscan el bien común y establecen relaciones igualitarias.

La visión del docente y del estudiante

De acuerdo con McLaren (1984) es vital que los docentes apuesten por la formación de seres humanos pensantes y proactivos, con una conciencia política crítica que los mueva hacia la búsqueda de la equidad. Tal planteamiento coincide con las ideas de Freire respecto a que los profesores son los encargados de proponer a sus estudiantes problemas auténticos que los reten a buscar soluciones innovadoras y pertinentes, lo que además de generar empatía y compromiso social, también les da responsabilidad sobre su propio aprendizaje.

En contraste, Foucault (1998) considera que en la escuela tradicional o bancaria el maestro es un mero transmisor del conocimiento y el encargado principal de hacer que los estudiantes aprehendan determinadas normas de conducta a través de premios y castigos, es decir, un vigilante. Para llevar a cabo este control, el docente se auxilia de otros estudiantes, pero también de un instrumento de evaluación que incluso se utiliza fuera de la escuela: el examen como dispositivo de poder. Según este mismo autor, igual el docente vive bajo una evaluación constante, de esta manera, tanto el docente como el alumno deben comportarse de acuerdo con lo que se espera de ellos para no recibir las consecuencias disciplinarias.

En relación con la figura del docente y el estudiante y en mayor congruencia con la postura de McLaren, Freire introduce la noción del educando- educador, cambia la visión estática que se tiene del docente y del estudiante por una en la que los roles se intercambian constantemente y se nutren mutuamente, a veces se es educador y a veces educando. Es así como todxs aprendemos de todxs, o en palabras de Freire “Nadie educa a nadie, así como tampoco nadie se educa a sí mismo, los hombres se educan en comunión y el mundo es el mediador” (Freire, 1975: 101).

Entonces, desde una visión crítica, el poder reside en el estudiante, es un actor activo y autónomo, es alentado a cuestionar, a dialogar, a ejercer su libertad para aprender y elegir los temas de su interés; y el rol docente, más que de transmisor, es de mediador de conocimientos.

Conclusiones

Existen iniciativas interesantes que buscan poner a los alumnos en el centro y con ello formar seres humanos con poder de agencia que realmente se comprometan con su propio aprendizaje y cuestionen la realidad a través de un diálogo horizontal con sus pares y el propio docente.

Sin embargo, como se ha señalado, no basta con reflexionar, es necesario poner manos a la obra y trabajar de forma colectiva para erradicar las desigualdades sociales. No se trata de salvar a nadie, sino de darnos cuenta de las problemáticas e injusticias del mundo, dialogar y construir entre todxs soluciones pertinentes, dando cabida a diferentes saberes y experiencias.

Bibliografía

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