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La enunciación en la infancia: Encuentro con la enfermedad 

Vivir con una enfermedad es algo a lo que muchas personas se enfrentan y que llega a cambiar radicalmente la forma  de interactuar con su entorno. Por supuesto que no todos  pasan por los mismos padecimientos, y, por lo tanto, por los  mismos modos de sobrellevarlos y entenderlos. En cada  paciente hay una manera particular de relacionarse con la  enfermedad, incluso con la que no es propia; sin embargo,  son muy pocas las veces que se les da importancia a  estos aspectos desde la práctica clínica, pues la atención  suele limitarse al cuerpo y dejar de lado a la mente y los  sentimientos. En este sentido, acercarse al contexto médico  desde las humanidades permite darle un trato diferente al  paciente y apoyarlo en todas sus dimensiones, no sólo  desde la física-corporal. Se propone aquí un acercamiento  a la escritura desde la perspectiva de la enunciación como  fenómeno lingüístico-literario, como una alternativa para  las infancias para expresar y comprender su respectiva enfermedad. 

Las actividades artísticas como terapia para las  personas que lidian con alguna enfermedad se han  convertido en una actividad común dentro de los  hospitales. La pedagogía hospitalaria toma lugar  en prácticas de esta naturaleza, pues favorecen el aprendizaje estando en un lugar y frente a situaciones adversas. Las técnicas son variadas, e incluyen la terapia musical, la lectura, el uso de diversas tecnologías digitales, la realización de experimentos científicos y la escritura, siendo esta una de las más populares. La escritura es una de las formas más comunes de lidiar con lo que no se entiende, con lo que se quiere asimilar o con lo que se quiere evitar. Escribir sobre la enfermedad es algo que no se reduce a los pacientes, sino que es una práctica que también llevan a cabo familiares y amigos.

La expresión a través de poemas, narrativas y autobiografías  dejan en claro que vivir una enfermedad es una experiencia  completamente personal, a pesar de que más personas estén  involucradas en los tratamientos y cuidados. Tanto pacientes  como personas cercanas tienen percepciones distintas del  mismo padecimiento, y es importante que encuentren formas  de explorarlos para poder sobrellevarlos. Esto, por supuesto,  incluye a los pacientes infantiles. 

Cientos de niños y niñas se enfrentan actualmente a diversas  enfermedades, muchas de ellas crónicas, que involucran largos  y complicados tratamientos. Es importante que se conozcan a  detalle las características de cualquier padecimiento infantil para  que el apoyo brindado sea útil. López (2009) identifica algunas de  las enfermedades crónicas más comunes en pacientes de esta  edad, entre ellas la diabetes, la fibrosis quística, la hemofilia, el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA),  la epilepsia y la Insuficiencia Renal Crónica. Es  importante dar atención educativa y psicológica a las enfermedades de este tipo, pues, al requerir  de prolongados periodos de hospitalización,  el paciente se encuentra alejado de su entorno familiar, lo que afecta su desarrollo “natural” e, incluso,  lo puede llevar a pasar por trastornos emocionales. 

Para ninguna persona es sencillo hacerse a la idea de que  existe una enfermedad en el organismo que solo puede ser  controlada, más no curada, y que para ello tendrá que modificar  por completo su estilo de vida. La situación puede complicarse  cuando el padecimiento debe ser explicado a una persona en  su primera infancia, y para muchos, lo más sencillo sería no  enfrentarlos a su enfermedad hasta que “tengan edad para  entenderla”; sin embargo, aquí estaríamos cayendo en la idea  de una falsa inocencia infantil. La inocencia se esconde bajo  la imagen de protección, se piensa que las niñas y los niños  no serán capaces de soportar la realidad, y por ello hay que  alejarlos lo más posible de ella. Esta idea solo nos lleva a negar  su autonomía y su capacidad de acción, además de hacerlos  más vulnerables a una realidad a la que inevitablemente  tendrán que enfrentarse en algún momento.

No existe una sola forma de entenderse con la escritura  ni de llevarla a cabo, pues las únicas relaciones  que guarda un texto con cualquier otro es el uso de  palabras. El lenguaje y las palabras son el medio por el  cual configuramos la realidad; son lo que nos permite  comunicarnos con otras personas, pero también son  una herramienta para conocer, comprender y actuar  sobre el mundo. 

Es aquí en donde toma importancia la enunciación  como medio de configuración de la realidad. Enunciar  algo quiere decir poner en palabras una idea, y si  esta no sale de nuestro pensamiento, no podríamos  tomarla en cuenta para hacerla actuar en el mundo,  de ahí su importancia. El lenguaje y el pensamiento  están estrechamente relacionados. Saussure (1982)  entiende al primero como un sistema de signos o  códigos que designan objetos y otros elementos con  los que estamos en contacto; cada signo tiene un  significado que viene desde el pensamiento humano.  Ahora bien, Martínez (1994) identifica características  del lenguaje, de entre ellas resalta la importancia de  nombrar objetos para retenerlos en la memoria y crear  una relación con ellos. 

La enunciación es también un acto de apropiación de  la lengua por parte de un individuo, quien le da a los  signos que utiliza un significado particular. Así pues, «a  través de la enunciación el sujeto construye el mundo  como objeto y se construye a sí mismo» (Cervantes,  s.f.). Los términos que el hablante utiliza adquieren  presencia y significado en su mundo solo cuando los  enuncia; así mismo, el pensamiento solo cobra realidad  cuando pasa a través de un lenguaje. 

En las terapias dirigidas a pacientes en etapa de  niñez se impulsan las actividades lúdicas, donde  se tiene al juego y arte como centro. En conjunto,  ambas actividades tienen el propósito de que niñas  y niños interactúen con su entorno y puedan tener  un desarrollo que mejore su calidad de vida. El arte,  entonces se manifiesta como técnica de conocimiento,  pero también de tratamiento para el bienestar; este tipo  de terapias 

tienen el arte entre sus recursos para motivar  al cambio; es decir, promueven experiencias  vitales –en algunos casos–, a través de la  música, la pintura, la danza, literatura, teatro;  donde el paciente interactúa, toca, escucha, se  expresa corporalmente, dice, codifica, decodifica,  representa; siempre desde el plano de la creación,  de su creación (Martínez, 2009). 

Es común encontrar que en las actividades artísticas suelen conjugarse  texto y dibujo en un intento de crear una relación más estrecha y visible  con los padecimientos. Algunas veces, el dibujo toma protagonismo  cuando el lenguaje aún es escaso para los pacientes. Estos dibujos  se desarrollan de diversas formas, como en encuentros cómicos con  la enfermedad, en donde ésta se representa a través de una figura  abstracta, o en donde el órgano principalmente afectado entabla un  diálogo con el resto del organismo y con el propio niño. Es importante,  sobre todo, que se tenga una idea clara del padecimiento, pues “los  niños entienden la enfermedad de modo diferente al adulto: ellos  poseen una gran imaginación y a menudo dan falsas interpretaciones  a las palabras que escuchan, de ahí la importancia de una adecuada  información” (Lizasoáin, 2009); la transparencia será clave para que  los pacientes infantiles puedan sobrellevar sus tratamientos de la mejor  manera posible. En este sentido, es fundamental que la enfermedad  sea nombrada por su nombre real y no por otro que trate de reducir su  importancia. 

El poder denominar o nombrar no solo permite que un concepto aparezca en la percepción del hablante, sino también que establezca maneras de actuar y comportarse ante él. Y es, precisamente, porque hay una necesidad del individuo de relacionarse con cierto elemento que busca palabras para referirse a él y poder terminar de entenderlo.

Indudablemente, en las terapias de escritura, complementandose con  el dibujo, vemos un proceso de configuración de la realidad a partir  de la lengua. Poner en palabras ayuda a darle existencia a lo que  pasa dentro del cuerpo, que es algo que de otra manera puede ser  complicado de entender. Es importante nombrar a la enfermedad para que se pueda actuar frente a ella, identificar qué es y qué  tratamiento tiene. Los trabajos también nos permiten ver una expresión de los pensamientos personales de los pacientes, cómo sobrellevan lo que viven y cómo buscan una forma de lidiar, en la manera de lo posible, con el padecimiento. 

El lenguaje actúa como conector entre nuestros pensamientos y el mundo. Aprender a usarlo y orientar  a otros para expresar ideas y sentimientos de difícil comprensión  será útil para mejorar su trato con lo que les rodea. Vivir con algún  tipo de enfermedad implica su eventual aceptación, pero si para los  adultos resulta una situación complicada, para las infancias puede  serlo aún más. Tratar la enfermedad infantil supone desafíos no solo  para el personal de salud, sino también para todos los involucrados  en el ámbito educativo. El lenguaje y la enunciación se proponen aquí  como una estrategia para lograr que niñas y niños tengan una mejor  comprensión de sus padecimientos, ya sean crónicos o no, y puedan  tener así una mejor relación con sus tratamientos. 

  • B, A. L. (2016, 24 marzo). El lenguaje, ¿determina nuestra percepción de la realidad? (o la hipótesis Sapir-Whorf). El Definido. https://eldefinido.cl/actualidad/plazapublica/6671/El-lenguaje-determina-nuestra-percepcion-de-la-realidad-o-la-hipotesis-SapirWhorf/
  • Cervantes, C. C. V. (s. f.). CVC. Diccionario de Términos clave de ELE. Enunciación. https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/diccio_ele/diccionario/enunciacion.htm 
  • Lizasoáin Rumeu, O. (2009). El niño y la familia ante la enfermedad. En M. E. Medina Segura, & J. R. Aguilar Aceves (Eds.), Apuntes de  Pedagogía Hospitalaria Memoria del Primer Diplomado en Pedagogía Hospitalaria (pp. 51–55). Administración Federal de Servicios Educativos  en el Distrito Federal.
  • López Morales, A. B. (2009). Padecimientos pediátricos. En M. E. Medina Segura, & J. R. Aguilar Aceves (Eds.), Apuntes de Pedagogía  Hospitalaria Memoria del Primer Diplomado en Pedagogía Hospitalaria (pp. 40–46). Administración Federal de Servicios Educativos en el  Distrito Federal.
  • Martínez Criado, G. (1994). Piaget y Vogotsky. En V. Bermejo Fernández (Coord.), Desarrollo Cognitivo (pp. 83–107). Síntesis.
  • Martínez Martínez, Ma. del C. (2009). Arte y juego. En M. E. Medina Segura, & J. R. Aguilar Aceves (Eds.), Apuntes de Pedagogía Hospitalaria  Memoria del Primer Diplomado en Pedagogía Hospitalaria (pp. 97–98). Administración Federal de Servicios Educativos en el Distrito Federal.
  • Rivera-Ramírez, S. (2017). El lenguaje (de los lenguajes) en la configuración de la realidad. La colmena, 96(4). 33–39. Saussure, F. (1982). Curso de lingüística general (2ª ed.). Nuevomar.