Sea alabado tu maquillaje azulado
que con sus finas capas
cubre un mundo inexplorado.
Tú, quien le rindes una oda a la Tierra,
con ese cántico de sirena
a todo el mal destierras.
De mañana tienes el Sol en tus olas;
en la tarde el fuego en tu reflejo;
y en la noche se muestran lunas
en tu bello y natural espejo.
Hoy, mi último día de verte
sigues siendo grande y fuerte,
pero te veo apagado
con el rostro marcado
que enseña tu imperfecto lado.
No azotes con fiereza la arena.
No hay de qué preocuparse.
Tu voz en una caracola me serena,
la cual atesoraré en un recuerdo.
Hacia adelante camina
a pesar de partir por diferente sendero.
Y siempre tenlo por seguro
que nuestro amor, ni la distancia
ni el sargazo lo termina.