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La educación desde una mirada crítica

Este ensayo habla de la educación como una vía para la emancipación individual y colectiva, que abone a la construcción de un mundo más justo para todxs. Para ello retomaré algunas de las ideas de paulo freire, michael foucault y peter mclaren. En la primera parte se da respuesta a la pregunta ¿qué es la educación? Desde una visión crítica y esperanzadora. Después, se ahonda sobre la importancia del diálogo y el papel del docente y el estudiante en el proceso educativo. Finalmente, se destaca la importancia de considerar estas propuestas, pues si bien no son nuevas, pueden dar respuesta a problemáticas actuales.

¿Qué es la educación?

Freire sostiene que la educación no es un quehacer neutral, sino que siempre es un quehacer político “No hay, pues, una dimensión política de la educación, sino que ésta es un acto político en sí misma” (citado en Marin,1978). Las preguntas ¿La educación para qué, en favor de quiénes y contra qué?, son la guía para marcar la ruta de los procesos formativos hacia los que se quiere encaminar ésta y con ello lograr una transformación radical de la sociedad en favor de las clases dominadas. Se concibe a la escuela como un “espacio detonador” de procesos colectivos y emancipadores.

Es por ello que Freire hace una fuerte crítica a la “educación bancaria”, ya que el pensar al estudiante como un mero repositorio, propicia su pasividad, individualismo y obediencia, lo deshumaniza al restringir su poder de acción. Entonces, a través de la disciplina, se controla la voluntad y el pensamiento, lo que favorece la “normalización”, como diría Foucault (1998), de ciertos conocimientos, comportamientos y valores, los establecidos por la cultura dominante, con lo que se perpetúa una visión jerárquica de la realidad, la de los opresores sobre los oprimidos.

Si bien Foucault (1998) sostiene que por medio de diferentes instituciones que han sido legitimadas socialmente para mantener el orden, disciplinar y castigar -entre las que se encuentra la escuela-, introyectamos determinadas reglas e incluso vigilamos que los demás las cumplan para garantizar el funcionamiento del sistema capitalista; también afirma que donde hay poder hay resistencia, y como todos ejercemos el poder en algún momento, pues somos quienes conformamos el entramado social, tenemos más libertad de la pensamos para desafiar la normalidad y cambiar la estructura social hegemónica, ya que si todo pensamiento es construido, también puede ser destruido.

En el camino de la resistencia una tarea de gran importancia es comprender cómo funciona el sistema-poder, por eso Foucault (1998) también dice que “el saber es poder”. En correspondencia con este planteamiento, McLaren (1984) señala que es necesario hacer conciencia de las desigualdades que la escuela tradicional reproduce y naturaliza, porque sólo visibilizando y criticando estas cuestiones es como la educación cobrará sentido, cuestionar para empujar hacia el cambio.

Lo anterior se relaciona con la idea de praxis de Freire (1975), que se refiere a que no basta solamente con analizar las injusticias o problemáticas del contexto, éste es sólo el primer paso para después pasar a la acción. Entonces, una praxis auténtica implica la reflexión más la acción de los seres humanos sobre el mundo para transformarlo y mejorar las condiciones de su propia vida y la de su comunidad.

En esta tarea la escuela desempeña un rol fundamental, porque como dice Foucault, si bien ésta puede ser un espacio de adoctrinamiento, también lo es para la resistencia, o como señala McLaren (1984): un espacio de lucha en el que pueden ocurrir cambios a favor del reconocimiento y la valoración de la diversidad de saberes y prácticas culturales, sin caer en un pensamiento ingenuo de cómo funciona el mundo y tener presente que se trata de un proceso arduo que va más allá de las aulas.

El Diálogo

Freire sostiene que la educación no es un quehacer neutral, sino que siempre es un quehacer político “No hay, pues, una dimensión política de la educación, sino que ésta es un acto político en sí misma” (citado en Marin,1978). Las preguntas ¿La educación para qué, en favor de quiénes y contra qué?, son la guía para marcar la ruta de los procesos formativos hacia los que se quiere encaminar ésta y con ello lograr una transformación radical de la sociedad en favor de las clases dominadas. Se concibe a la escuela como un “espacio detonador” de procesos colectivos y emancipadores.

Por su parte, Foucault (1998) señala que es por medio del discurso, del uso que se hace del lenguaje, cómo se legitima la verdad y se controla el pensamiento y la voluntad, las palabras, cualquier cosa dicha o escrita de saber técnico y provisto de un saber específico (leyes, reglamentos, teorías), se utiliza para normalizar o excluir. Por supuesto que el primero habla desde una perspectiva en la que se busca la horizontalidad entre los participantes, mientras que el segundo lo hace desde una mirada en la que se privilegia una relación AUTORIDAD-SUMISIÓN.

En la educación liberadora las personas
buscan el bien común y establecen relaciones igualitarias.

La visión del docente y del estudiante

De acuerdo con McLaren (1984) es vital que los docentes apuesten por la formación de seres humanos pensantes y proactivos, con una conciencia política crítica que los mueva hacia la búsqueda de la equidad. Tal planteamiento coincide con las ideas de Freire respecto a que los profesores son los encargados de proponer a sus estudiantes problemas auténticos que los reten a buscar soluciones innovadoras y pertinentes, lo que además de generar empatía y compromiso social, también les da responsabilidad sobre su propio aprendizaje.

En contraste, Foucault (1998) considera que en la escuela tradicional o bancaria el maestro es un mero transmisor del conocimiento y el encargado principal de hacer que los estudiantes aprehendan determinadas normas de conducta a través de premios y castigos, es decir, un vigilante. Para llevar a cabo este control, el docente se auxilia de otros estudiantes, pero también de un instrumento de evaluación que incluso se utiliza fuera de la escuela: el examen como dispositivo de poder. Según este mismo autor, igual el docente vive bajo una evaluación constante, de esta manera, tanto el docente como el alumno deben comportarse de acuerdo con lo que se espera de ellos para no recibir las consecuencias disciplinarias.

En relación con la figura del docente y el estudiante y en mayor congruencia con la postura de McLaren, Freire introduce la noción del educando- educador, cambia la visión estática que se tiene del docente y del estudiante por una en la que los roles se intercambian constantemente y se nutren mutuamente, a veces se es educador y a veces educando. Es así como todxs aprendemos de todxs, o en palabras de Freire “Nadie educa a nadie, así como tampoco nadie se educa a sí mismo, los hombres se educan en comunión y el mundo es el mediador” (Freire, 1975: 101).

Entonces, desde una visión crítica, el poder reside en el estudiante, es un actor activo y autónomo, es alentado a cuestionar, a dialogar, a ejercer su libertad para aprender y elegir los temas de su interés; y el rol docente, más que de transmisor, es de mediador de conocimientos.

Conclusiones

Existen iniciativas interesantes que buscan poner a los alumnos en el centro y con ello formar seres humanos con poder de agencia que realmente se comprometan con su propio aprendizaje y cuestionen la realidad a través de un diálogo horizontal con sus pares y el propio docente.

Sin embargo, como se ha señalado, no basta con reflexionar, es necesario poner manos a la obra y trabajar de forma colectiva para erradicar las desigualdades sociales. No se trata de salvar a nadie, sino de darnos cuenta de las problemáticas e injusticias del mundo, dialogar y construir entre todxs soluciones pertinentes, dando cabida a diferentes saberes y experiencias.

Bibliografía

McLaren, Peter (1984). La vida en las escuelas. Una introducción a la pedagogía crítica en los fundamentos de la educación. México: Siglo XXI editores.

Foucault, Michel (1998). Capítulo 2. Los medios del buen encauzamiento. En Vigilar y Castigar, pp. 104-118. México: Editorial Siglo XXI.,

Freire, Paulo (1975). La pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI.

Marin, Karmentxu (19 de mayo de 1978). Paulo Freire: La educación es siempre un quehacer político. EL PAÍS. Recuperado de https://elpais.com/diario/1978/05/20/sociedad/264463223_850215.html

Súper cultura (22 de marzo del 2017) Michel Foucault – Cultura para principiantes de Canal Encuentro . Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=oLBYJJONvGY (diciembre, 2020).

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