La educación socioemocional está cada vez más presente en los programas educativos de méxico y todo el mundo, uno de los principales impulsores para ello fue la pandemia por COVID-19, la cual ha demandado adaptaciones necesarias para nuestra vida personal y educativa.
Es aquí cuando nos preguntamos ¿Cuántos cambios hemos tenido como sociedad a lo largo de la historia? Incontables, sería mi respuesta. Hablamos de nuevas tecnologías, avances científicos y la creación de herramientas que hacen más sencilla la vida humana. Al ser testigos de dichos cambios, debemos ser conscientes de que nuestra parte humana y emocional serán siempre parte de nosotros sin importar cuántas máquinas y robots nos rodeen; debido a esto las prácticas de interacción social deben ser constantemente cuestionadas y deconstruidas, colocándose como un pilar dentro de los temas educativos, e integrándose en prácticas y programas, los cuales tengan un impacto en el presente y porvenir.
No debemos olvidar que se trata de formar a los actuales y futuros ciudadanos lo cual es, en definitiva una tarea que por muy difícil que parezca, no se debe dejar de lado. Uno de los retos más grandes que ha tenido la educación en todo el mundo es mudarse de las aulas a los ordenadores, pero debemos recordar que todo reto viene acompañado de un aprendizaje, experiencia y por ende crecimiento. Dentro del ámbito educativo, podríamos considerar al 2020 y 2021 como “la revolución que el mundo necesitaba”.
Me llena de esperanza que cada vez más profesionales de la educación y estudiantes sean conscientes de que en cada proceso educativo se involucra una parte emocional, misma que no desaparece al llegar a clase y vuelve a su lugar al finalizar. Hoy más que nunca es momento de incorporar nuevas estrategias socioemocionales, pues como ya se había mencionado anteriormente, no somos robots y por ello debemos añadir a todos los ámbitos de nuestra vida el lenguaje emocional que muchas veces hemos abandonado no solo en el aspecto educativo, sino también laboral, familiar y demás.
Desde mi perspectiva como estudiante de la licenciatura en pedagogía, puedo afirmar que una de mis metas en la vida y práctica profesional es convertir a la escuela como tradicionalmente la conocemos en un lugar mejor para los estudiantes, es decir, un lugar de bienestar donde se sientan seguros de mostrar quienes son para dar lo mejor de sí y posteriormente aportar al crecimiento personal de aquellos que les rodean, pues como decía uno de mis profesores: “Es lo diferente lo que te hace genial”.
Referirnos a la implementación de nuevas herramientas en la educación no sólo incluye a los y las estudiantes, pues los educadores tienen el papel clave en estos procesos y por ello también deben ser capacitados e inducidos a estos nuevos procesos de enseñanza-aprendizaje. Su bienestar también es de suma importancia porque esto se traducirá en un ambiente con menos estrés, y más satisfacción que eventualmente generará más confianza, seguridad y empoderamiento en las aulas.
Definitivamente incorporar estrategias de esta índole no será una tarea sencilla,
mucho menos rápida en el sistema educativo mexicano. Requiere esfuerzo de educadores, estudiantes, padres y tutores, así como demás miembros de la sociedad mexicana e internacional. Esta misma pude ayudar a formar seres humanos más conscientes tanto de sus emociones como de su entorno, donde a través de escuela se puedan adquirir sustentos que en un futuro podrán verse reflejadas en prácticas más justas, solidarias y respetuosas entre cada uno de los miembros de las comunidades, no sólo en México, sino en todo el mundo.
Mi fin es intentar dejar el mundo un poco mejor de como lo encontré y considero que la educación es el mejor medio para lograrlo.