“Pienso en los parques infantiles como una cartilla de formas y funciones;
simple, misterioso y evocador; por lo tanto educativo”
Isamu Noguchi1
Imaginemos un playground, un lugar que está pensado y diseñado para el estímulo y desarrollo de habilidades psicomotrices fomentando el conocimiento a través del juego y la convivencia en un espacio. Este espacio ha sido formulado a partir de las necesidades de establecer un ambiente seguro y que motive a los pequeños a usar cada módulo, así como, para establecer vínculos con los demás niños al momento de jugar. Normalmente está compuesto por áreas diversas que promueven habilidades diferentes entre sí a pesar de pertenecer al mismo espacio.
La creatividad, al igual que el juego dentro de un playground, requiere de espacios sólidos que se adecúen a las necesidades de quién o quiénes lo usen. Algo muy similar ocurre en un taller de artes. Pues es un espacio en el que se fomenta la creatividad y la experimentación con la finalidad de generar conocimientos.
Algunos logros que trajo consigo el siglo XX dentro del campo artístico fue la necesidad de fundar espacios adecuados para la creación y la experimentación dentro de las diferentes disciplinas artísticas. Esto refiere en primer lugar a un cambio en las tecnologías que se venían gestando desde el siglo XIX como resultado de las revoluciones y en segundo lugar la necesidad de retomar prácticas de los antiguos lugares de trabajo que albergaban oficios, de manera que nos referimos específicamente a lugares de formación colectiva.
A diferencia de las aulas teóricas dentro de un colegio o alguna institución, el taller de artes ofrece un ambiente donde el aprendizaje es principalmente práctico. Los estudiantes y artistas trabajan de manera directa con los materiales, adquiriendo conocimientos técnicos a través del ensayo y el error, fomentando la resolución de problemas a medida que se enfrentan a desafíos en la manipulación de los elementos de creación. El error no suele ser visto como un fracaso, sino como parte integral del proceso creativo. Los artistas tienen la libertad de explorar, fallar, ajustar y volver a iniciar. Este enfoque en el proceso ayuda a descubrir nuevas formas de expresión y enriquecer las prácticas creativas, fomenta la innovación, permitiendo que los estudiantes o creadores se sientan libres para explorar y expandir sus límites.Por dentro, cuentan con equipo especializado que les permite el trabajo que quizá no se pueda realizar en algún otro lugar. Así mismo promueve la disciplina y la creación de rutinas para la constancia y poder enfocarse en sus proyectos gracias a los horarios y actividades que se deben respetar en un lugar compartido. En este sentido no solo enriquece la posibilidad de un conocimiento técnico profundo, sino que refuerza la empatía y el respeto por el espacio y el tiempo de todos los asistentes.
En algunos casos, los talleres suelen promover la interdisciplina, permitiendo así una línea divergente que lejos de desarticular, promueven la posibilidad de adquirir conocimientos que contribuyan a desarrollos más complejos y que brinden más herramientas para la solución de problemas en el campo creativo y de esta forma generar conocimientos integrales.
El taller al igual que el ejemplo del playground es un espacio social donde se colabora y comparten ideas. Este aspecto comunitario es crucial para el desarrollo artístico, ya que fomenta el intercambio de conocimientos y perspectivas.
En la actualidad, los talleres no solo son espacios físicos, sino que también pueden tener modalidades híbridas, donde el uso de herramientas digitales y el acceso a plataformas en línea amplían las posibilidades.
En la enseñanza artística, el taller es el corazón del aprendizaje. Algunas instituciones y programas sociales han convertido la estructura de un taller de artes en un modelo donde los estudiantes pueden desarrollar su voz artística mientras aprenden las bases técnicas. De esta manera, el taller de artes es mucho más que un lugar de trabajo: es un espacio de encuentro, exploración, colaboración y crecimiento personal y colectivo.
1. Isamu Noguchi, el renombrado escultor y diseñador estadounidense-japonés, tenía una visión revolucionaria sobre los playgrounds (parques infantiles), viéndolos como espacios escultóricos y sociales que fomentaban la creatividad, el juego y la interacción entre las personas. Para Noguchi playgrounds eran una fusión de arte, diseño y paisaje, donde los usuarios se convertían en parte de la obra al moverse y jugar en sus formas.
Fotografías de fondo por Wally Gobetz: https://www.flickr.com/photos/wallyg/8988756641/in/photostream/
https://www.flickr.com/photos/wallyg/8988755631/in/photostream/
Los Angeles Times: https://commons.m.wikimedia.org/wiki/File:Isamu_Noguchi,_1983_%28cropped%29.jpg