Como estudiante de las licenciaturas en ciencias de la educación y en psicopedagogía en la Universidad de Monterrey, he tenido el privilegio de vivir experiencias dando clases en el aula y también haciendo evaluaciones e intervenciones psicopedagógicas. Si hoy me preguntaran cuál es más importante, definitivamente no existe una respuesta, pero si la pregunta fuera cuál área me apasiona más sin duda es la psicopedagogía y en especial mi área de trabajo que es la intervención psicopedagógica.
Hablemos brevemente de conceptos. Acudiendo al diccionario médico de la Clínica Universidad de Navarra (2024), me encontré con la definición de intervención como
una acción sobre alguien que permite iniciar, cambiar o prevenir un proceso con intención de lograr una mejora, optimización o perfeccionamiento. Y la psicopedagogía es definida por la Real Academia Española (2024) como la rama de la psicología que atiende los fenómenos de orden psicológico para llegar a una adecuación de los métodos didácticos y pedagógicos.
Tomando en cuenta lo anterior, yo podría definir el término de intervención psicopedagógica como la acciones personalizadas que llevamos a cabo para mejorar o prevenir dificultades futuras en el proceso de aprendizaje de un individuo.
Este es un término que personalmente yo no había escuchado hasta que tuve que decidir qué carrera estudiar, pero que está cada vez más presente no solo en las instituciones educativas sino en la sociedad. Como maestros sabemos que existen diferentes ritmos
de aprendizaje, conocemos los términos comunes de problemas o trastornos que afectan el aprendizaje como la dislexia, la discalculia, los problemas de lenguaje o el TDAH, también sabemos que existen otros impedimentos por limitaciones sensoriales, por ejemplo. El
maestro suele ser el primero en identificar las alertas cuando se trata de problemas de aprendizaje, es por esto que menciono que no hay un papel más importante que otro. Pero, ¿Qué podemos hacer al respecto una vez que identificamos estas situaciones en nuestro salón de clases? Entrar en pánico es lo más común, sin embargo podemos apoyarnos de algún psicopedagogo.
En esta situación estaremos hablando de la intervención psicopedagógica específicamente en el ámbito educativo de un salón de clases. El psicopedagogo puede pedir una entrevista con el docente que refirió al alumno para conocer su comportamiento en el aula, las dificultades que tiene y las observaciones del maestro. También podría solicitar una entrevista con los padres o los tutores del alumno para conocer un poco del contexto familiar y cómo se desenvuelve en casa con hermanos, otros adultos, su actividad física, etcétera. Una vez que las entrevistas fueron realizadas se le puede hacer una entrevista al alumno para conocer su propia perspectiva de la situación, esta entrevista es indispensable ya que nos puede decir si el problema viene desde algo emocional que esté viviendo el alumno o si necesitamos aplicar alguna prueba psicométrica para indagar si existe alguna causa neurocognitiva. Entonces se evalúa y se procede a la aplicación de pruebas psicométricas que son un apoyo para el diagnóstico específico de las áreas en las que podemos trabajar
o reforzar con el alumno. Las pruebas psicométricas ayudan a que una intervención sea más personalizada y vaya dirigida a las necesidades específicas que tiene el alumno.
Por ejemplo, si una maestra dirige a un alumno al departamento psicopedagógico de la institución porque nota que en clase evita leer y cuando lo hace no comprende lo que lee, una “intervención” mal ejecutada sería ponerle muchos trabajos de lectura para que practique su comprensión lectora, porque esto podría traer resultados negativos al desmotivar al alumno a la lectura. Sin embargo, si el psicopedagogo realiza las entrevistas podría encontrar que el alumno no disfruta de leer porque en el salón de clases se burlan de él cuando lo intenta, en casa no suelen hacerlo, y si se aplicaron las pruebas psicométricas muestran que lo que se le dificulta al alumno en realidad es la memoria de trabajo, entonces la intervención que haría el experto sería diseñando sesiones en donde se va trabajar con actividades para fortalecer la memoria de trabajo y actividades para motivar al alumno en la lectura. En este caso hipotético podemos notar el contraste de una intervención completa que favorece el proceso de aprendizaje del alumno diseñando una intervención personal para sus necesidades específicas o una “intervención” con resultados contraproducentes.
Durante toda mi carrera mis maestros me han recordado que tanto docentes como psicopedagogos trabajamos con seres humanos, no son profesiones que trabajan programando máquinas o con procesos repetidos constantes. Cada mente es diferente, tiene ritmos de aprendizaje diferentes, dificultades diferentes y necesidades diferentes. Y es nuestra responsabilidad realizar un trabajo consciente porque así como una buena práctica puede ser recordada y tener un impacto positivo en una persona toda su vida; una mala
práctica o un error también puede tener un impacto negativo y ser recordado toda la vida.
La psicopedagogía así como la docencia es un trabajo noble que se hace de corazón a corazón, te lleva a interesarte por las personas, a conocer sus preocupaciones y batallas pero también sus pasiones y sueños. Y no hay nada más satisfactorio que su sonrisa de emoción al ver sus propios logros. Yo lo veo como darles a mis alumnos una llave para que puedan abrir una puerta que veían cerrada.