Aquellas personas que decidimos dedicarnos a la educación tenemos la convicción de que ésta no solo es esencial para el desarrollo humano, sino también es un poderoso motor de cambio. El doctor Juan Carlos Yáñez no parece ser la excepción de esto, y a partir de su inconformidad con la escuela propone 10 ideas para cambiarla; cambiar entendido como “el proceso que emerge del interior de los centros escolares, a partir del trabajo colectivo, para modificar el estado de cosas, corregir defectos y problemas o transitar a un estado superior de performance.” El libro 10 ideas para cambiar la escuela pretende hablarle a profesorxs y autoridades escolares que se asumen como actores de cambio, para producir una mejora de la experiencia educativa. Si bien el libro fue escrito en un marco postpandemia, las propuestas del autor son aplicables en cualquier contexto.
- La primera idea es más escuela, menos aula. El aula entendida como cuatro paredes, rígidas y estrictas, en las cuales se fragmentan los aprendizajes (hay un aula de español, una de historia y otra de geografía) y donde se lleva a cabo una instrucción vertical (lx docente es más que lx alumnx) y antipática. A esa situación, la propuesta es ampliar la práctica pedagógica a todos sus espacios y actores. Yáñez, a su vez, menciona que los centros escolares deberían de ser colectivos organizados, pequeñas repúblicas, donde se ejerza la ciudadanía responsablemente y vele por el bien común. Para esto, lxs docentes deben ser personas tolerantes, respetuosas, democráticas y abiertas, pues ellxs modelan el ejemplo.
- La segunda idea que nos plantea el profesor Juan Carlos es la de más estudiante, menos alumno. Para entender a qué se refiere habrá que definir qué implica ser alumnx y ser estudiante. Se es alumnx cuando te inscribes a una escuela, lo cual es una condición puramente administrativa donde el actuar es pasivo e inercial. Mientras que ser estudiante implica un compromiso interno, una posición pedagógica existencial, donde eres activo en tu aprendizaje. En un salón de clases puede haber tanto alumnxs como estudiantes y una manera que propone el autor para lidiar con esto es, desde un punto de comprensión y apertura (sin prejuicios) entender cuáles son los intereses de los estudiantes y buscar cómo hacerlos coincidir con los intereses del currículum, para así llevarles al punto de arranque deseable. A esto se le llama tarea pedagógica asertiva. La tarea de las personas que están frente a un salón de clases es potenciar a los alumnxs y conocer a los estudiantes para orientarles a ambos.
- La siguiente propuesta es más actividad relevante, menos instrucción. Yáñez explica que la institución educativa debe dejar de lado el hacer por hacer, la bulimia de tareas, donde hay un atracón de información durante el estudio para después vomitar todo el conocimiento en el examen, sin hacer una propia digestión y absorción de recursos. Y en su lugar, procurar únicamente las actividades con sentido, promover la interrogación para lograr que lxs estudiantes reflexionen, dialoguen y por ende, aprendan.
- Adicionalmente, Juan Carlos afirma que el proceso de enseñanza aprendizaje no está entrelazado en automático, más bien son dos procesos que no necesariamente se proceden. Por esto, en cuarto lugar, propone más aprendizaje, menos enseñanza. Esto no quiere decir que el ejercicio docente se deba anular, sino más bien “aceptar que los docentes explicamos lo que sabemos y enseñamos lo que somos. En consecuencia, debemos explicar menos, enseñar más.” Partiendo de la idea de que la educación tiene un papel crítico en formar al desarrollo intelectual, personal y profesional de los individuos, tiene mucho sentido pensar que lxs mejores docentes logran “influir en las formas pensar, sentir y actuar de los estudiantes”.
- La quinta idea para cambiar la escuela se refiera a ser más profesor, más persona. Para desarrollar esta idea y haciendo referencia al libro Profesores: vidas nuevas, verdades antiguas. Una influencia decisiva en las vidas de los alumnos, el autor menciona dos axiomas “la calidad de las escuelas es, en gran medida, la de sus profesores” y “en todas las escuelas hay buenos docentes, pero sólo las buenas escuelas tienen la capacidad de retenerlos, estimularlos y obtener lo mejor de cada uno”. Tomando esto como referencia, se reconoce la gran importancia de reconocer que lxs docentes son personas con fortalezas y fragilidades, lo cual vuelve esencial conocer y estudiar al personal docente para comprenderles y potenciarles. Por esto, las escuelas deben ofrecer condiciones para el desarrollo de cada una de las personas que forman la plantilla docente al atender sus necesidades específicas.
- El siguiente planteamiento es escuchar más, hablar menos. “La educación es un proceso profundamente humano de escuchas mutuas”. De entrada, lxs profesionales de la educación debemos ser empáticos y humildes, debemos aprender a escuchar, no solo oír, también entender y sentir a lxs estudiantes. Comprender que no solo son asistentes de un espectáculo, que tienen cosas que decir. Tenemos que acordarnos que “nadie lo sabe todo y nadie lo ignora todo”, creando espacios de diálogo y discusión el aprendizaje se vuelve parte de la ecuación.
- Como séptima idea, Yáñez propone más comunicación. El autor menciona que la comunicación es el torrente sanguíneo de los procesos de enseñanza y aprendizaje, incluso afirma que la educación es un acto de comunicación. Por eso, necesita los atributos principales de la comunicación: claridad, concisión y precisión. Ahora, no se refiere a una comunicación de un solo sentido, sino doble, donde el emisor y el receptor cambian posiciones constantemente. La pedagogía de la pregunta de Freire ilustra esta idea muy bien, pues es dialógica y multilateral, o sea las preguntas van de docentes a estudiantes y viceversa; y a veces utiliza la mayéutica socrática. Estas características son importantes por varias razones: nos educamos en comunidad, es decir que aprendemos de los demás y para eso es indispensable la comunicación; también porque al incitar a los estudiantes a expresar sus ideas se vuelven activos en su aprendizaje y fomenta el pensamiento crítico y la creatividad; finalmente, crear espacios donde todos tengan voz es un principio democrático y forma en valores.
- Más y mejor pedagogía, tecnología con sentido es el título de la octava idea para cambiar la escuela. Como ya se mencionó, una de las motivaciones de este libro fueron la evidencia de problemas en la escuela durante la pandemia. Si bien el programa Aprende en casa fue una respuesta insuficiente ante las adversidades, dio cuenta de caminos y desaciertos. Juan Carlos menciona que “La tecnología siempre es un medio. Como tal, responde al fin para el cual se le utiliza. Si el fin es incierto o desacertado, no podrá alcanzarlo. Las herramientas tienen esa condición dual o multifuncional, pero no vida propia” (2022, p.38). Lo que quiere decir el autor con este punto, es que la tecnología es simplemente una herramienta, muy útil y muy dañina al mismo tiempo, y solo juega un papel secundario en el cambio profundo que se requiere para la escuela. Para utilizarla, es imperante un proyecto educativo.
- La novena propuesta del autor se me hace una de las más relevantes. Como estudiante de pedagogía, es común que mis amistades se acerquen a mí para quejarse sobre las prácticas de sus docentes y una de las quejas más comunes son las maneras de evaluar. Es muy común que lxs profesorxs realicen “evaluaciones” por exigencia, únicamente para poner una calificación. Realmente, se evalúa poco y mal, por lo tanto comprendemos menos y cambiamos poco. Por esto la relevancia de la más evaluación, menos examinación. La evaluación es un elemento esencial de la pedagogía, pero es un proceso de diálogo, comprensión y mejora, el puente entre la enseñanza y el aprendizaje. La evaluación debe ser formativa, no únicamente sumativa. Es decir, el error no debe ser castigado, sino comprendido, es fuente de análisis y representa una oportunidad para aprender. Aunado a esto, y una de las cosas que más rescato del capítulo es que el autor afirma que la docencia debe ser intelectualmente exigente, profundamente ética, emocionalmente apasionante y paciente.
- Por último, más academia, menos burocracia. En este capítulo el autor no pretende desdeñar la importancia del control y el rendimiento de cuentas, simplemente resalta que se debe imponer responsabilidad sin el autoritarismo de las oficinas centrales. Menciona que la docencia debe de ocurrir en territorios de libertad, imaginación y confianza, que el mapa no sustituya al territorio.
CONCLUSIÓN
Después de estas diez grandes lecciones, a manera de despedida y con una visión esperanzadora, Juan Carlos Yáñez nos recuerda que las escuelas no pueden enseñar si no aprenden y hace una invitación a lxs profesorx: “resistan, reinvéntense, dialoguen, aprendan juntos, trabajen juntos, procuren los cambios juntos” (2022, p.47). a nosotrxs, lxs profesionales de la educación, nos corresponde hacer los cambios necesarios en las escuelas, desde la primera fila, para que la educación cumpla con su profundo sentido.