El comunicado de prensa 2020 del Módulo sobre Lectura (MOLEC) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), informa nuestro status: 4 de cada 10 personas alfabetas de 18 y más años declararon haber leído al menos un libro en los últimos 12 meses vs el 45.9% de 2016; los principales motivos referidos: el entretenimiento 38.7%, trabajo o estudio 27.1%, cultura general 25.5%, religión 7.4%, los % por tema: literatura (42.3%), de uso universitario (35.5%), Autoayuda o religioso (27.5%), cultura general (25.7%) manuales, etc. (7.3%); y para no leer: la falta de tiempo (43.8%), de interés, la motivación o gusto por la lectura (27.8%), por falta de dinero (1.3%); causas persistentes durante los cinco años de levantamiento del programa.
La población lectora se incrementa conforme el nivel de estudios. El grupo de escolaridad que más declaró leer es el que cuenta con al menos un grado de educación superior, así como en cuanto al tiempo dedicado a cada sesión de lectura. Más de la mitad adquiere el material de forma gratuita; el 83% en formato impreso y sólo el 12.3% en digital, siendo el domicilio particular el lugar de preferencia para la lectura (81.5%) vs el 15.3% en centros de trabajo o estudio.
En general, 58.6% declararon haber tenido en su infancia en la casa libros diferentes a los de texto y haber visto a sus padres o tutores leer, 52.5% especialmente a la madre vs 35.5% de “lectura por parte de sus padres/tutores” y 28.7% “fomento de asistencia a bibliotecas o librerías”.
Sobre los estímulos recibidos en la escuela primaria: a 8/10 les pidieron comentar o exponer lo leído, 7/10 fueron incentivados a leer, 6/10 invitados a asistir a bibliotecas ó leer otros libros adicionales a los de texto, aunque los números varían según la fuente de estímulo: 5.5% sin estímulo, 5.1% sólo en el hogar, 14.1% sólo en la escuela, 75.3% en ambos.
Cabe mencionar, que INEGI considera “analfabeta” a la persona de 15 o más años que no saben leer ni escribir un recado. Durante los últimos 50 años (1970-2020) el porcentaje se redujo de 25.8% a 4.7%, aunque esas cifras resultan de preguntar a las personas durante una encuesta si “saben leer y escribir”, independiente del grado en la habilidad lectora (Rodriguez, 2006).
Los resultados para México del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) 2018, que nos permite identificar áreas de oportunidad internas y respecto al resto de países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en el apartado sobre “lo que los estudiantes saben y pueden hacer en lectura”, arrojan que sólo el 1% mostró rendimiento superior en lectura, comprendiendo textos largos, tratar conceptos que son abstractos o contra intuitivos, establecer distinciones entre hechos y opiniones, basadas en claves implícitas relacionadas con el contenido o la fuente de información, sin mayores variaciones entre aventajados y desaventajados; y sólo el 45% de los alumnos mexicanos encuestados tienen “mentalidad de crecimiento”.
La enseñanza implica la intención de que alguien debe aprender como resultado de lo que uno hace, y requiere un reconocimiento de parte del maestro y el alumno de que existe entre ellos una relación especial. Asimismo, debe servir a ciertas metas sociales que en la actualidad podemos ligarlas con los conceptos ampliamente aceptados de igualdad, libertad y causas de la democracia, sin perder de vista que siempre acontece en un contexto o circunstancia (Moore, 1999).
Si bien las herramientas agilizan la comunicación, requerimos prepararnos con asertividad, a partir de una transformación positiva en los modelos educativos, permitiendo que la tecnología nos facilite el camino hacia el hábito lector, iniciando potencialmente en el entorno familiar y luego como misión escolar (Pérez y Gómez, 2011).
Gil Anton en su exposición sobre “Las grietas de la educación en México” publicada por El Colegio de México A.C., manifiesta que, aún los estudiantes que terminan la educación media (12 años de escuela), 60% de ellos no saben leer ni escribir de manera suficiente, no aprenden lo necesario; por lo que no logramos ver el volumen de “analfabetismo funcional” que incrementa el rezago educativo anualmente.
En paralelo, el neurocientífico Michel Desmurget entrevistado por la BBC News Mundo, asegura que los jóvenes de hoy son la primera generación de la historia con un coeficiente intelectual (IQ) más bajo que la anterior debido a que los dispositivos digitales están afectando gravemente al desarrollo neuronal de niños y adolescentes, demostrando que cuando aumenta el uso de la televisión o los videojuegos, el coeficiente intelectual disminuye.
Añade que, aún en países con condiciones socioeconómicas relativamente estables como Noruega, Dinamarca, Finlandia, entre otros, la tendencia del “efecto flynn” (aumento del coeficiente intelectual de generación en generación) se está revirtiendo. Atribuye esta condición al tiempo que el infante pasa frente a una pantalla por motivos recreativos, retrasando la maduración anatómica y funcional del cerebro, disminuyendo el desarrollo cognitivo relacionado con el lenguaje y la atención, impactando directamente al rendimiento académico.
Lo que el científico señala como “orgía digital” podría desencadenar en un aumento de las desigualdades sociales y una progresiva división de nuestra sociedad entre una minoría de niños preservada, que poseerán a través de la cultura y el lenguaje todas las herramientas necesarias para pensar y reflexionar sobre el mundo, y una mayoría de niños con herramientas cognitivas y culturales limitadas, incapaces de comprender el mundo y de actuar como ciudadanos ilustrados.
La sociología pretende entender la acción social, interpretándola, para de esa manera explicarla causalmente en su desarrollo y efectos (Max Weber citado por Rojas León 2014).
El compilado sobre hábitos de lectura mundiales «World Reading Habits in 2018”, creado por Glogal English Editing, festeja la victoria de la lectura con los siguientes resultados: India gobierna el mundo en términos de tiempo de lectura, la magia de Harry Potter sigue apareciendo en todas las listas y reinando en Australia, y las niñas lideran cuando se trata de leer ficción.
India, Tailandia y China leyeron la mayor cantidad a lo largo del año con más de 7 horas semanales dedicadas; EEUU, Europa y otros no están rezagados: 7/10 estadounidenses y casi 9/10 en Nueva Zelanda han leído un libro en los últimos 12 meses; los europeos gastaron más en material de lectura por considerarlo una actividad divertida.
Un libro político como “Becoming” de Michelle Obama, en el que comparte su historia como madre, primera dama y activista de la salud, fue extremadamente popular en Grecia, Finlandia, España y Francia. Y a Estonia no sólo le encanta leer, le gustan los libros. Además de superar el tiempo medio de lectura por semana, también posee el mayor número de libros por individuo. Por debajo, Noruega y Dinamarca que superan los 200 libros en propiedad por hogar (Brown, 2018).
La lectura trasciende e impacta; es de las prácticas más necesarias para enfrentar los desafíos de la globalización y los avances tecnológicos, brindando beneficios indispensables para la educación superior y el aprendizaje de nuevas ideas; es la puerta al conocimiento, la imaginación, la innovación y la creatividad, características del pensador crítico. A su vez, el pensamiento crítico es necesario para una lectura analítica y académicamente aceptable (Flores, 2016).
Con la intención de atender el rezago educativo de la población, Adolfo López Mateos creó en 1959 la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (CONALITEG). Vigente hasta la fecha, conforma un programa arraigado para padres de familia y educandos de prescolar, primaria y secundaria, que reciben de forma gratuita y en propiedad 70 libros tras cursar los 12 grados de educación obligatoria. Aunque se debate acerca de los resultados cualitativos y su verdadero impacto en los nuevos retos educativos y el aprendizaje auténtico y situado (Anzures, 2011).
El informe correspondiente a “indicadores del sector editorial privado en México 2019” publicado en 2020 por la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (CANIEM) que incluye datos anuales sobre la producción y comercialización de libros, representativos del último año y series históricas de los 5 años más recientes, elaborados en coordinación con Información Estadística del INEGI y el MOLEC, y Nielsen- BookScan como responsable de la auditoría de ventas en librerías, siendo un 78% del total del mercado para 2020 (librerías, tiendas departamentales y autoservicios), determina que: 2019 mostró un decremento de 17.7% en producción de títulos: 31% en novedades y 11% en reimpresiones (desde 2015 la reducción ha sido constante: 26 millones de piezas); se comercializaron 123 millones de ejemplares con respeto a 2018, lo que representa una reducción de 7.6%, la 4ta consecutiva (tanto en ediciones nacionales como importadas). Las ediciones de educación básica (inc. CONALITEG) suman un 39% de la participación, tanto en volumen como en valores.
Según datos del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLAC), se dejaron de registrar 11,575 obras de 2016 a 2019 (-7.1% en relación con 2018).
Por último, la lectura de 2016 a 2020 (libros, revistas y periódicos): 83% continúa leyendo exclusivamente impreso, 12% en formato digital (5% + durante el periodo) y 5% en ambos soportes.
Las estimaciones para 2020 de nielsen, reflejando el impacto de covid 19, sugieren un decremento entre 20% y 27% en volumen de ejemplares vendidos.
Son en general económicos, se cuenta con diversas plataformas digitales que contienen títulos libres y la industria editorial no está ajena a la piratería: parecería que la limitante financiera de antaño ya no es restricción suficiente y justificante del bajo porcentaje de la población con rutina lectora.
R M Camacho Quiroz (2013) en su artículo sobre La lectura en México y el 70% de la población que no lee un solo libro al año, reconoce que es un “problema multifactorial” con variables económicas, culturales y pedagógicas, vigente a pesar de promoverse el hábito por medio de diversos programas locales, estatales y nacionales.
Durante la entrevista publicada por la Universidad Iberoamericana en Puebla, el sociólogo Alain Touraine declara que las sociedades con historicidad (capacidad de transformarse) siempre lo hacen desde una cierta imagen de ellas mismas.
El pensamiento de “lo social por lo social” en términos sociales mayúsculos para sociedades minúsculas, que dominó el S XX, se está acabando a partir de un poder sin significado y la celeridad de los cambios. Revela que estamos en el momento global más bajo de democratización y sus condiciones de gobernabilidad; un periodo de crisis profunda de los sistemas representativos y de las ideas, en un mundo de silencio, con poco debate.
Sin embargo, en contraposición a esos poderes absolutos reinantes, siempre existe un sujeto voluntariamente resistente y defensor de la libertad, su libertad, independiente de ideologías políticas o filosóficas, una juventud educada, buscando un futuro, con capacidad para comunicarse entre si y preocupada por la democracia de forma generalizada, defensora de los derechos y la dignidad humana como meta.Con el objetivo de combinar la universalidad con las historias individuales y la cultura.
Sobre esto último vale la pena mencionar algunas afirmaciones de los especialistas que exponen durante la trama de la película “La educación prohibida”: …hay tantas escuelas como realidades sociales, aunque todas aspiren a un ideal común; en general, no es el estudiante el que fracasa, sino que el sistema está enfocado a un desarrollo curricular de contenidos a destiempo con respecto a la evolución del conocimiento, enseñando “verdades” que están en el mapa pero no en el territorio, frustrando mas que propiciando el disfrute del aprendizaje auténtico y la observación como soñador nato. Los errores en el proceso de aprendizaje deben ser bienvenidos, como en la ciencia, para permitir pasar del caos al orden sin respuestas prefabricadas, contrapuesto en gran medida con la planificación curricular tradicional.
Aceptar que el niño tome responsabilidad es impulsarlo a ser un individuo social y cultural que construye basado en necesidades propias, guiado por un docente que propone en lugar de imponer, priorizando el objetivo de enseñar capacidades humanas.