Todos alguna vez hemos escuchado la frase “Roma no se construyó en un día”, y creo que es lo suficientemente conocida como para que su significado sea casi de cultura general. De cualquier forma, no está demás mencionar que el principal mensaje que se transmite con esa frase es el de destacar la constancia y perseverancia necesaria para lograr algo que nos hayamos propuesto, o para hacer notorio un cambio planteado inicialmente; desde mejorar una calificación en una prueba de conocimiento, mejorar nuestro rendimiento físico en nuestro deporte favorito, o hasta mostrar una actitud genuinamente diferente y más funcional ante una situación. Personalmente, considero que la idea principal de la frase de Roma es maravillosa, sin embargo, quiero mencionar que, para mí, si solo ponemos atención al punto de partida y al punto de llegada, estaríamos omitiendo toda la riqueza del proceso por el que tenemos que atravesar para tener nuestro logro significativo: los esfuerzos que se realizan día a día; sacrilegios de cosas también muy importantes para nosotros por seguir trabajando en nuestro objetivo; emociones que inevitablemente tenemos que enfrentar y obviamente la inmensidad de los aprendizajes que adquirimos mientras caminamos hacia nuestra meta. Primordialmente, eso es lo que quiero destacar de manera breve en las siguientes líneas. Sí, un poco el reconocer la magnificencia que ha alcanzado esta “Roma” en forma de gaceta estudiantil enfocada en la educación que es la Revista Fuera Del Aula, pero también quiero mencionar algunos de esos esfuerzos que se realizan constantemente dentro del equipo editorial y que, sin estos, ver una versión final como ésta no sería posible. Y ¿por qué no? También hacer recuento de aquellos aprendizajes que me resultaron más relevantes y útiles que obtuve mientras fungí como director editorial de esta revista.
El primer gran progreso del que me gustaría hablar es de la autonomía que ha logrado tener el equipo editorial. Si bien, desde 2022 que salió nuestro primer número, nunca hubo una relación de subordinación ni mucho menos, casi todas las iniciativas, avances y resultados provenían de nuestra coordinadora de Pedagogía de ese momento, y si lo comparamos con la forma de trabajo de este número, hoy estamos en el polo opuesto en el que solo los miembros del equipo editorial participaron en la realización, creatividad y toma de decisiones durante este semestre, lo cual considero es muy valioso para el crecimiento de un equipo.
También, podemos decir que, de acuerdo con la Taxonomía de Bloom, estamos llegando a los procesos cognitivos de los niveles más altos, logrando compilar cierta cantidad de materiales para poner en cada número, construir un plan de trabajo con las tareas y fechas necesarias para que el número salga a tiempo, y obviamente, llegar al nivel de crear implica ya haber pasado por los escalones de: evaluar: si un artículo es o no publicado; analizar: establecer cuáles son las características específicas de cada sección de nuestra revista; aplicar: seleccionar cuáles serían los mejores temas a desarrollar en la revista; comprender: informar a aquellos posibles autores sobre lo que necesitaría cada artículo, y por último; recordar: reconocer efectivamente las reglas gramaticales y ortográficas para lograr un artículo limpio. Como personas que conocemos de Pedagogía, enlistar todo esto puede resultar sencillo, en cambio, ponerlo en práctica y lograr un producto final es lo que lo vuelve tan meritorio. Además de que esta participación se puede mencionar en tu CV como experiencia profesional y da una apariencia maravillosa para los empleadores.
Ahora, todo este trabajo se tiene que realizar por personas, y hablando de equipos de trabajo, creo que, sin importar el tamaño, hay cuatro personalidades que serán elementales para el desarrollo de un proyecto exitoso, las cuales enuncio a continuación:
- Personalidad realizadora: una persona cuyo orden y disciplina impulse al resto del equipo a que los planes se realicen en tiempo y forma.
- Personalidad de abogado del diablo: una persona cuya fortaleza sea cuestionar cada detalle del proceso de una manera constructiva para que todo tenga una justificación y una razón de ser.
- Personalidad innovadora: una persona cuya creatividad sea destacable y esté enterada de todas las novedades en el campo que sea necesario, en este caso, de la educación.
- Personalidad social-difusora: una persona cuya facilidad de palabra y socialización le permitan estar al tanto de todo tipo de eventos y espacios en los que se pueda dar a conocer y nutrir el proyecto en cuestión.
Independientemente de la cantidad de personas que compongan un equipo de trabajo, esas cuatro personalidades son realmente útiles. Personalmente, siento que en algún momento cumplí con la función de la personalidad social difusora, y de lo más valioso que me llevo de esa experiencia es la cantidad de personas que conocí en ese tiempo, logré mucha vinculación con estudiantes de Licenciaturas como Sustentabilidad, Filosofía, Psicología, solo por mencionar algunas; todo esto con la finalidad de expandir el alcance de Fuera del aula, que ojalá pronto se pueda llegar incluso a otras universidades.
Por último, quiero mencionar que gran parte del progreso de este proyecto ha sido gracias a constantes situaciones de prueba y error, en la que en muchas ocasiones nos encontramos con barreras que nos hicieron reformular parte de la planeación. Un ejemplo de esto es cada que un miembro del equipo tenía una idea, se ponía sobre la mesa diciendo: “Creo que un artículo de este tema en específico sería muy bueno para la revista”, y en ocasiones sí se lograba concretar, pero otras veces no se conseguía como lo imaginábamos, sin embargo, esa es una de las partes más ricas de todo el proceso.
Sin duda alguna, participar en este proyecto durante tanto tiempo es en sí, una experiencia inolvidable y que atesoraré por mucho tiempo con mucho cariño. Confío en que, en un futuro, podré investigar sobre gacetas estudiantiles de educación y que uno de los resultados más destacados será esta revista, porque yo sé que Fuera Del Aula no se construyó en un día.