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Un análisis de la inclusión dentro de la IBERO

DANIELA LEVY
CONSTANZA MORGADO
JOCELYN VERA
NATALIE FRAIND

 

Para poder hacer un análisis de manera objetiva, es fundamental establecer una definición clara sobre la inclusión.
Este término no solo tiene que ver con brindar mayores oportunidades de acceso a aquellas personas que cuentan con discapacidad, sino con la manera en que se eliminan o minimizan las barreras que limitan la integración de personas vulnerables a la sociedad (Booth y Ainscow, 2000). Asimismo, se decidió basarse en el INDEX de la inclusión de la UNESCO (2000) para poder evaluar de manera adecuada las fortalezas, debilidades, áreas de oportunidad y amenazas de la Universidad Iberoamericana en cuanto a la inclusión a la discapacidad. Este Índice es un conjunto de materiales diseñados para apoyar el proceso de desarrollo de las escuelas inclusivas, considerando las perspectivas del docente, del Consejo Escolar, alumnado, familia y otros miembros de la comunidad.

En este Índice, la inclusión se explora mediante tres dimensiones, las cuales se dividen en dos secciones respectivamente.
Las dimensiones son Cultura, Políticas y Prácticas; en donde Cultura se enfoca en la construcción de una comunidad y en establecer valores inclusivos; Políticas en el desarrollo de una escuela para todos, y en organizar el apoyo para atender la diversidad; y por último, Prácticas en orquestar el proceso de aprendizaje y en movilizar los recursos. Estas dimensiones se retoman a lo largo de todo el análisis, y se explora a profundidad la manera en la que se llevan a cabo en la Universidad Iberoamericana. En este análisis, sólo se evaluarán las fortalezas y debilidades de la Universidad, puesto a que las otras dos dimensiones se refieren a elementos externos que podrían impactar en la misma.

FORTALEZAS

Cultura
Mediante la información recabada en nuestras encuestas, pudimos observar que hay un alto interés, tanto de docentes, como de alumnos, que busca que haya una cultura inclusiva en la universidad. Se demostró que la inclusión debe de ser una prioridad (57.1% de estudiantes; 67.3% profesores). Asimismo, se demostró que hay conciencia sobre los diferentes tipos de discapacidad y neuro divergencias que existen dentro de la universidad; esto quiere decir que, los estudiantes y docentes, comprenden que la discapacidad no es algo únicamente físico o perceptible a simple vista, sino que, se extiende mucho más allá de lo que nuestros ojos atrapan.

Políticas
En cuestión de políticas inclusivas se demostró que hay avances importantes que buscan garantizar una verdadera inclusión dentro de la IBERO. Esto se puede ver reflejado en el hecho de que, al procurar ser una institución inclusiva, la IBERO cuenta con instalaciones para las personas con discapacidad motora (Ibero, 2021), como lo son rampas, barandales, elevadores, baños con espacio para silla de ruedas y lugares de estacionamiento designados para personas con discapacidad. Estos cambios fueron percibidos por más del 53.6% de los estudiantes, que además consideran que se encuentran en buenas condiciones.
Asimismo, se han organizado foros de discusiones y mesas redondas en donde estudiantes con discapacidad pueden expresar sus preocupaciones en cuanto al programa de inclusión planteado. Es por eso que, en 2023, se creó la Coordinación de atención a la discapacidad, la cual se encarga de brindar acompañamiento a alumnos con discapacidad durante su trayectoria universitaria. Esta, actualmente, busca crear un modelo universitario que no parta de la integración, sino de la inclusión (Beatriz Ulloa, comunicación personal, 2024). Por último, se tiene al programa “Somos Uno Más”, que atiende a personas con discapacidades intelectuales.

Prácticas
En cuanto a las prácticas inclusivas, se ha considerado como fortaleza el hecho de que el 70% de los estudiantes piensan que se tienen presentes en el aula actividades que consideran la diversidad. Asimismo, los docentes buscan
adaptar sus clases y evaluaciones para que todos puedan verse beneficiados de las mismas. Es fundamental que esto se mantenga así para lograr una verdadera inclusión a futuro.

DEBILIDADES

Cultura
Por medio de nuestras encuestas, se demostró que la mitad de los encuestados (50%) afirmaron no haber participado en actividades relacionadas a inclusión o atención a la discapacidad; de hecho, el 25% de los estudiantes mencionaron que no sabían que la universidad proporcionaba este tipo de espacios.
– El 39.3% de los estudiantes que respondieron la encuesta, mencionaron no conocer o no haber escuchado sobre la Coordinación de atención a la discapacidad, por lo que consideramos que es un departamento poco difundido dentro de la comunidad universitaria. Asimismo, notamos que existe una confusión entre el programa “somos uno más” y la “coordinación de atención a la discapacidad”, ya que muchos estudiantes de nuestro entorno afirmaron que creían que estos eran lo mismo.
– Por último, en la plática que tuvimos con Beatriz, nos comentó que recibía muchas quejas por parte de los estudiantes con discapacidad en cuanto al mal uso de espacios designados para personas con discapacidad como lo son baños, elevadores, estacionamientos, etc. (Beatriz Ulloa, comunicación personal, 2024); algo que logramos confirmar con nuestra guía de observación.

Políticas
El 56.9% de los docentes afirmaron no haber recibido capacitaciones por parte de la universidad en cuanto a temas relacionados con inclusión o atención a la discapacidad.
– Notamos que dentro de los ejes transversales de los planes de estudio de licenciatura de la Ibero (siendo género, interculturalidad y sustentabilidad) ha habido avances significativos, por lo que consideramos que, en algún futuro, se podría implementar el eje de inclusión.

Prácticas
En la entrevista que tuvimos con una experta, se mencionó que “había falta de comunicación dentro de todos los aspectos: los que las utilizaban no conocían toda la información o en distintas áreas realizaban el mismo trabajo que otras” (Edith Reyes, comunicación personal, 2024). Reforzando este mismo punto, la mayoría del profesorado (71.4%) no pidió ayuda a la coordinación para realizar adecuaciones a los programas de apoyo para los alumnos con alguna discapacidad o neuro divergencia.

CONCLUSIONES GENERALES

En conclusión, la implementación de un programa inclusivo en educación superior es una tarea compleja, que requiere del esfuerzo e involucramiento de muchos actores. De lo que se pudo observar en la Universidad Iberoamericana, aún existen muchas áreas de oportunidad para poder desarrollar totalmente el plan de desarrollo del programa de inclusión; como se mencionó inicialmente en la primera reunión con la coordinadora de Atención a la Discapacidad. Entre una de las áreas de oportunidad,hay una que es importante resaltar: se debería fomentar el
involucramiento de toda la comunidad universitaria en eventos que busquen informar acerca de la problemática y situación actual, pues se demostró en los cuestionarios que muchas personas no tienen consciente la existencia de la
Coordinación, y mucho menos de los procesos que se llevan a cabo en la universidad.

Sin embargo, también es importante recalcar que hay varias fortalezas y oportunidades que se deben seguir fomentando y desarrollando para que no se pierdan; a pesar de que la universidad actualmente se ubica en una etapa de diagnóstico, es importante no dejar atrás todas las prácticas y políticas que
actualmente favorecen a estudiantes con necesidades específicas.

Booth, T., y Ainscow, M. (2000). Índice de Inclusión: Desarrollando El Aprendizaje y la Participación en Las Escuelas.                                                  UNESCO (2000). Índice de inclusión: desarrollando el aprendizaje y la participación en las escuelas. https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/
pf0000138159
Universidad Iberoamericana. (2021, 6 diciembre). La inclusión da lugar a una pedagogía que atiende la diversidad: vicerrectora. Prensa.
https://ibero.mx/prensa/la-inclusion-da-lugar-una-pedagogia-que-atiende-la-diversidad-vicerrectora
Universidad Iberoamericana. (2021, diciembre 9). En la IBERO, la inclusión se vive con aceptación y pertenencia: académica. Prensa. https://
ibero.mx/prensa/en-la-ibero-la-inclusion-se-vive-con-aceptacion-y-pertenencia-academica
 

INCLUSIÓN, DISCAPACIDAD Y EDUCACIÓN

La inclusión, la discapacidad y la educación son temas que deberían ser de suma importancia en la cultura mexicana; por ello, en esta indagación, se buscará exponer la historia de ellos, así como las maneras más efectivas de instalar un programa inclusivo en educación. Antes que nada, se deberá definir qué es la discapacidad y qué es un programa inclusivo, para que así, se justifique el enfoque que se tendrá a lo largo de la indagación. Primero, se tomarán en cuenta las definiciones establecidas en el Índice de Inclusión, escrito por Booth y Ainscow (2000), pues se relacionan al modelo de inclusión más actual (Palacios, 2008).

En el Índice de Inclusión, se define a la discapacidad como “barreras a la participación del alumnado con deficiencias o enfermedades crónicas. Las discapacidades se crean en la interacción entre actitudes, acciones, culturas, políticas y prácticas institucionales discriminatorias con las deficiencias, el dolor o las enfermedades crónicas” (Booth y Ainscow, 2000, p. 22). Por otra parte, se dice que un programa inclusivo es aquel en el que “todos los alumnos y alumnas de una determinada comunidad se eduquen juntos sin perder de vista las necesidades específicas de cada uno, haciendo realidad el principio de una
educación para todos, con todos y para cada uno” (Booth y Ainscow, 2000, p. 8).

Acorde a estas definiciones, se buscará elaborar en la historia de los modelos inclusivos, las implicaciones que existían dependiendo de la época, y por último, se explicará el modelo social de inclusión y las condiciones que se deben tener
en mente para poder implementarlo.

Historia de los modelos inclusivos

A lo largo de la historia se ha modificado la percepción que se tiene acerca de las personas con discapacidad; primero, se construyeron modelos sociales en donde la discapacidad se veía como un castigo divino; después, se buscaba rehabilitar y normalizar a las personas que tenían una discapacidad; por último, en la actualidad, se ve a la discapacidad como una problemática social, no individual (Palacios, 2008). En esta sección, se explicarán los primeros dos modelos, el tradicional o de prescindencia y el de rehabilitación (López, 2011;Palacios, 2008) y qué caracteriza a cada uno de ellos.

Para empezar, el modelo de prescindencia o tradicional; este modelo se establece en la edad media y tiene como característica principal que a la discapacidad se le veía como un castigo divino dirigido a los padres para que pagaran por sus pecados (Palacios, 2008). Durante esta época se consideraba que las personas con diversidad funcional no aportaban nada a la sociedad; como consecuencia, el infanticidio creció significativamente (Palacios, 2008). Según Palacios (2008), “el Estado tenía la facultad de evitar que sus ciudadanos fuesen deformes o contrahechos” (p.40), es por ello que se justificaba el asesinato a personas que nacieran con alguna deficiencia. Sin embargo, esta no era la única causa de las altas tasas de muerte de la comunidad con diversidad funcional (Palacios, 2008); de acuerdo con López (2011), había muchos niños que morían a causa de la negligencia de los padres, pues era común que se dependiera en su mayoría en la religión y que se confiara en el rezo como ‘cura’ a las necesidades de los niños.

Asimismo, cabe recalcar, que este modelo comienza como un modelo de marginación, exclusión y sumisión hacia la comunidad con discapacidad (Palacios, 2008;López, 2011).

Además del infanticidio y de considerar a las personas con diversidad funcional como ‘inútiles’ para la sociedad, se llegó a practicar la venta infantil de personas con diversidad funcional para convertirlos en esclavos (Palacios, 2008).

De la misma manera, era común que las familias conformadas por personas con diversidad funcional fueran de un sector socioeconómico bajo (Palacios, 2008), por lo que la venta de los niños resultaba como una salida ‘fácil’ de los padres; una cita que resalta esto es “miles de niños fueron vendidos como esclavos por sus empobrecidos padres” (Palacios, 2008, p.59).

Para continuar, se abordará el modelo rehabilitador o normalizador); este se caracterizaba por ver a la discapacidad como un problema científico, como una enfermedad, y se creía que existían ‘curas’ para tratar a las personas que las tuvieran (Palacios, 2008). Este modelo surge después de las dos guerras mundiales (López, 2011), y se esperaba que a través de la rehabilitación se logrará hacer a las personas con diversidad funcional rentables y útiles para la sociedad (Palacios, 2008); en otras palabras, se pensaba de las personas con diversidad funcional como ‘inútiles’ hasta que se lograrán “normalizar” lo más posible (Palacios, 2008). En consecuencia, estas personas tenían un rol pasivo en sus propias vidas, y dependían en su mayoría de las personas que buscaban tratarlos (López, 2011).

A diferencia del modelo tradicional, durante este periodo se propone un modelo de integración (Palacios, 2008), pues el objetivo consistía en lograr que “la persona alcance el estado más cercano a la ‘normalidad’ para luego incorporarse a la sociedad.” (López, 2011, p.102). En caso de que la ‘deficiencia’ de la persona no se lograra ‘curar’, se le excluía de cierta manera, pues se consideraba que no podría aportar con actividades “normales” en ese momento (Palacios, 2008). Los valores que se fomentaban para que este modelo funcionara eran la aceptación y la tolerancia (Palacios, 2008), y era a través de ellos que se trataba a las personas que tuvieran alguna deficiencia.

A pesar de que este modelo mejora significativamente a comparación del tradicional, aún tenía muchas áreas de oportunidad, pues en vez de considerar a la persona como un humano se le veía como un sujeto de estudio o como una “criatura” a la que se debía tolerar (Palacios, 2008). Por ello, se propone el modelo social de inclusión, que voltea la percepción del tema, y propone la idea de que las discapacidades las ocasiona el propio sistema social (Escobar y Hernández, 2023).

Modelo social de inclusión y cultura inclusiva

A diferencia de los modelos que le anteceden, el modelo social de inclusión considera a las personas que tienen alguna deficiencia como humanos, pues dicta que “no son las limitaciones individuales las raíces del problema, sino las limitaciones de la propia sociedad, para prestar servicios apropiados y para asegurar adecuadamente que las necesidades de las personas con discapacidad sean tenidas en cuenta” (Palacios, 2008, p.103-104). Dentro de este modelo se busca que, a través de la sociedad, los entornos y la eliminación de barreras se creen espacios y herramientas accesibles para la comunidad (López, 2011); en consecuencia, en 1982, se crea el Programa de acción mundial para las personas con discapacidad que busca nivelar las oportunidades tanto académicas, sociales y políticas para todas las comunidades (López, 2011).

Con relación a las barreras, Escobar y Hernández (2023) proponen una estructura en donde se dividen a estas en seis tipos acorde a lo que se limita dentro de cada una de ellas; las barreras actitudinales; a la información y comunicación; institucionales; físicas; de transporte, y las barreras para el aprendizaje y la participación (BAP). Estas barreras no conforman necesariamente las características físicas del entorno, sino también las actitudes, acciones y relaciones que se crean en el mismo (Naciones Unidas, 2006).

Para empezar, las barreras actitudinales; estas se refieren a aquellas actitudes o acciones que reflejan estereotipos negativos que llevan a la discriminación (Escobar y Hernández, 2023). Asimismo, afectan a la integridad física y emocional de las personas de la comunidad con diversidad funcional, pues limitan la igualdad de condiciones en muchos escenarios sociales (Naciones Unidas, 2006). Estas barreras también se ven reflejadas dentro de las BAP, e influyenen la sensibilización y concientización social que pueden llegar a tener un impacto positivo en la creación de una comunidad inclusiva (Booth y Ainscow, 2000); de la misma manera, se puede llegar a ver reflejado tanto en la  subestimación y sobreprotección de miembros de esta comunidad (Escobar y Hernández, 2023). Por otra parte, las barreras a la información y comunicación; estas se refieren a la ausencia de formas de comunicación alternas que afectan la comprensión de los aprendizajes (Escobar y Hernández, 2023). Normalmente, se ven afectadas por las barreras actitudinales, pues estas dictan la moral que decide la accesibilidad de los medios.

Para continuar, las barreras institucionales son aquellas que se establecen por medio de leyes y políticas, tanto sociales como educativas (Escobar y Hernández, 2023). Estas barreras se vuelven obstructivas en el momento en el que las leyes y las políticas llevan a una desventaja social a la comunidad con diversidad funcional; un ejemplo que Escobar y Hernández (2023) exponen en su texto son las “leyes de educación que desconocen los ajustes razonables como derecho y obligación de las escuelas” (p.28). Además de mencionar los ajustes relacionados a la actitud de los miembros de la comunidad, Escobar y Hernández (2023) se refieren también a las limitaciones físicas que pueden llegar a afectar la accesibilidad; en otras palabras, las barreras tanto físicas como de transporte. Primero, las barreras físicas, estas se relacionan a todos aquellos obstáculos que se encuentren en el entorno (Escobar y Hernández, 2023) como rampas, escaleras, elevadores, baños, entre otros; estas impiden que las personas de la comunidad con diversidad funcional puedan llevar a cabo prácticas independientes. De la mano con las barreras físicas, están las de transporte; estas se refieren a la “ausencia de transporte, rutas y espacio” (Escobar y Hernández, 2023, p.29) que impiden la movilidad de las personas con diversidad funcional. Algo que propone las Naciones Unidas (2006) en la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad es buscar la facilitación de la movilidad de estas personas, pues se lograría dar un paso más para lograr la independencia de las mismas.

Por último, las BAP; estas barreras se ven conformadas por “sub- barreras”, como las actitudinales mencionadas anteriormente, que afectan al aprendizaje y la participación de las personas con diversidad funcional en escenarios escolarizados (Escobar y Hernández, 2023). Las primeras “sub-barreras” se conforman por las ideológicas y las actitudinales; para darle continuidad a estas, tanto las Naciones Unidas (2006) como Booth y Ainscow (2000), proponen modificar las actitudes y acciones para que estas se conviertan en herramientas para combatir la discriminación. Por una parte, las Naciones Unidas (2006) buscan que se empiece a sensibilizar a través de la concientización a la comunidad por medio de la educación,para así lograr construir una comunidad y cultura inclusiva en donde se logre “establecer valores inclusivos” (Booth y Ainscow, 2000, p.53).

Por otra parte, existen las BAP pedagógicas que se caracterizan por la falta de recursos, medios, metodologías y estilos de aprendizaje dentro de las aulas (Escobar y Hernández, 2023); como respuesta, las Naciones Unidas (2006) proponen que para que las prácticas pedagógicas logren ser inclusivas, se debe ver por el desarrollo integral de todos los estudiantes y la igualdad de calidad de condiciones; asimismo, Booth y Ainscow (2000) establecen en el Índice de Inclusión que se debe promover la participación activa de todo el alumnado, para así, asegurar el aprendizaje y la convivencia dentro del aula. Para terminar, la última BAP es la de organización, que se refiere a la falta de estabilidad y formalidad de normas y procesos educativos que promuevan la inclusión (Escobar y Hernández, 2023); estas llegan a impactar el crecimiento de una cultura inclusiva, así como las características que conlleva.

A todo esto, las barreras y el modelo social de inclusión dependen de la creación de una cultura inclusiva, pero ¿qué implica eso? Según Palacios (2008), una cultura inclusiva se caracteriza por que todos tengan accesibilidad a las mismas oportunidades de desarrollo, sean estas educativas, profesionales o sociales. Por esto, también se propone que la educación se vuelva individualizada Palacios, (2008), y gracias a organizaciones como las Naciones Unidas se proponen artículos que busquen asegurar esto; un ejemplo sería la convención uno del Artículo siete que dicta “Los Estados Partes tomarán todas las medidas necesarias para asegurar que todos los niños y las niñas con discapacidad gocen plenamente de todos los derechos humanos y libertades fundamentales en igualdad de condiciones con los demás niños y niñas.” (Naciones Unidas, 2006, p.8).Estas propuestas tienen como propósito la construcción de una cultura inclusiva, y se puede ver reflejado en que buscan combatir las barreras; esto se hace debido a que es muy complicado querer cambiar una institución si no se establecen primero los valores necesarios para el cambio.

Las barreras que se deben tener en cuenta a la hora de una construcción de cultura inclusiva son las actitudinales e ideológicas (Booth y Ainscow, 2000), pues estas guían la mayoría de las  demás. Palacios (2008) establece en su escrito que el cambio inicia en la ética y moral de las coMunidades, más no de la estructura organizacional de estas; en consecuencia, se plantea como orden de construcción óptimo en el Índice de Inclusión (Booth y Ainscow, 2000) buscar primero la construcción de una cultura inclusiva, luego la creación de políticas que busquen dar respuesta a las necesidades de la diversidad dentro de una comunidad, para al final, establecer prácticas que orquesten el aprendizaje y que reflejen tanto la cultura como política inclusiva de la misma comunidad.

La instalación de un modelo y programa inclusivo dentro del aula es una tarea complicada, pues como se vio a lo largo de la indagación, requiere de muchas modificaciones tanto éticas como de infraestructura. Como se planteó, hay muchas veces en donde no es suficiente el tener los servicios físicos para facilitar el acceso a las personas con diversidad funcional, pues es normal que si no existe una cultura inclusiva que lleve a cabo prácticas inclusivas estos se vuelvan obsoletos; es por ello, que muchas veces los programas no satisfacen las necesidades de los estudiantes a pesar de tener acceso a todas las herramientas tanto físicas como pedagógicas. Para concluir, sería relevante reflexionar si ¿realmente se llevan a cabo prácticas inclusivas en las instituciones que dicen serlo? o si ¿es solo integración disfrazada de inclusión?

 

 

Dibujando la inclusión

El arte tiene muchas formas de expresarse, podemos  pensar que es un lenguaje universal. Por ello, nos  dimos a la tarea de aprender todas las señas necesarias  para realizar una sesión artística con los niños y niñas que actualmente cursan 3° y 4° de primaria en el IPPLIAP y con sus maestras. 

La actividad consistió en que los niños y niñas realizaran un  dibujo que expresara lo que la escuela les hace sentir, mientras  que las maestras, realizaban un dibujo que expresara su sentir al  dar clase a miembros de la comunidad sorda, pues en este caso  ambas maestras son oyentes. 

Para nosotras, esta sesión fue más allá de un encuentro con colores y crayolas; representa el principio del fin de algunas barreras de lenguaje con los alumnos sordos por parte de las generaciones de pedagogas en formación. 

Se logró crear un ambiente de confianza y respeto en el que los niños, niñas y docentes pudieron expresarse libremente.

Los dibujos que realizaron fueron realmente impresionantes, reflejando de manera clara y emocionante sus vivencias escolares. Pudimos ver dibujos que representaban la amistad, la alegría de aprender, el esfuerzo, la superación y muchos otros temas relacionados con su experiencia en la escuela.

EN RESUMEN, esta actividad artística fue una experiencia única y enriquecedora que nos permitió conocer más de cerca la realidad de los participantes. Nos dejó una gran lección de inclusión y respeto hacia las diferencias, y nos hizo reflexionar sobre la importancia de promover espacios en los que todos los niños y niñas puedan expresarse libremente.