Como parte del proyecto de la clase de Sociología del género en la Universidad Complutense de Madrid, cursada en el semestre de enero-junio 2023 durante nuestro intercambio por parte de la Universidad Iberoamericana, trabajamos en un artículo científico sobre la ausencia de las mujeres con discapacidad dentro de los movimientos feministas. Aquí presentamos la introducción y las conclusiones del artículo para proporcionar un panorama general sobre el análisis que realizamos y los descubrimientos que obtuvimos. Pueden revisar el artículo completo y la bibliografía escaneando el QR que se encuentra al final del artículo.
INTRODUCCIÓN
En el presente artículo, hablaremos sobre la falta de presencia de las mujeres con discapacidad en la narrativa de la historia del feminismo y los efectos que se han producido a partir de ello, como por ejemplo, la necesidad de organizarse como un colectivo separado. Nuestra pregunta de investigación gira en torno a la cuestión: ¿Cuáles son las causas y expresiones de la ausencia de mujeres con discapacidad dentro de los movimientos feministas?
En este artículo se contemplan tanto a la mujer con discapacidad como objeto de investigación como sujeto activo en su propia lucha. Para poder comprender la primera parte, comenzamos por investigar la evolución de los movimientos feministas en cuanto a la narrativa sobre las mujeres con discapacidad, analizar de manera profunda el concepto de interseccionalidad dentro del feminismo, y abordar de manera más específica la cuestión de la discapacidad en el feminismo. Por otra parte, para entender la categoría de sujeto activo, revisamos los estudios feministas de la discapacidad y los movimientos de mujeres con discapacidad.
Para comenzar a contextualizar nuestra investigación, abordaremos conceptos esenciales para entender el marco de la discapacidad. Existen dos corrientes principales que pretenden explicar desde posiciones extremas a la discapacidad. Por un lado se encuentra el modelo médico-biológico, y por el otro, el modelo social. El primero visualiza a la discapacidad como una enfermedad que debe curarse y como un problema individual que cada uno debe resolver. Este modelo propicia la exclusión y concibe a la discapacidad como una tragedia corporal. Mientras que, el segundo modelo hace referencia a las limitaciones y factores sociales que surgen en un contexto determinado que ocasiona que las personas con discapacidad no puedan realizar actividades cotidianas sin esfuerzo. La responsabilidad recae en las limitaciones sociales y en los recursos externos que adquieren las personas con discapacidad.
Existe otro conjunto de conceptos que son importantes de recalcar: la “disfuncionalidad” y la “discapacidad”. La diferencia entre ambas sigue siendo un debate para los académicos, tanto que para algunos existe una distinción clara entre ambos y para otros, los dos conceptos son construidos socialmente. Jenny Morris (1998) cita las definiciones que hace el British Council of Disabled People: “Disfunción es la característica del cuerpo de una persona que afecta a su apariencia en un modo no aceptado socialmente, al funcionamiento de su mente o su cuerpo” y “Discapacidad se entiende como la restricción en la actividad personal causada por un sistema social que no tiene en cuenta las necesidades de las personas con «disfunciones» Así, las personas discapacitadas son aquéllas con disfunciones que son discapacitadas por la sociedad.” (p.2)
La discapacidad ha sido un concepto que se ha modificado con el tiempo; el término fue creado al final de la Segunda Guerra Mundial. Organismos como la OMS han definido conceptos y parámetros para comprender las limitaciones conceptuales. La diversidad funcional es un término alternativo al de la discapacidad, el cual explicaremos más adelante. Cabe resaltar que aunque nos parece más adecuado este término, en el artículo utilizaremos el de discapacidad para seguir en coherencia con la forma de redacción de las fuentes bibliográficas encontradas.
El hecho de que las mujeres con discapacidad sean invisibilizadas dentro de los movimientos feministas se debe a diferentes razones sociales y culturales, comenzando por cómo la sociedad concibe a la discapacidad en general. Históricamente se les ha otorgado un papel de inferioridad, así como también, se ha construido una generalización global que reduce a la persona a su discapacidad. Cuando se piensa así, es muy fácil olvidar que cada ciudadano, sin importar su capacidad física, cognitiva o mental, tiene los mismos derechos que cualquier otra persona. La manera en que la sociedad concibe a las personas con discapacidad influye directamente en la invisibilidad de las mujeres con discapacidad en el feminismo. Por ello mismo, las mujeres con discapacidad son concebidas como seres pasivos y dependientes (rasgos socialmente asociados con lo “femenino”), a la vez como personas que son incapaces de asumir los roles femeninos dentro de la sociedad. La discriminación contra las mujeres con discapacidad es el resultado de una construcción social y de una relación de poder, al igual que la discriminación por género (Serra, 2015).
CONCLUSIONES
Al realizar el artículo e investigar sobre cómo y por qué se da la ausencia de mujeres con discapacidad dentro de los movimientos feministas, concluimos que las causas principales por las que se da dicha ausencia se debe a las siguientes razones: para empezar, la concepción que tiene la sociedad de la discapacidad en sí, es decir, tal como lo mencionamos en el artículo, las personas con discapacidad se conciben como inferiores e incapaces, por lo cual esto influye directamente en la posición que ocupan dentro de la sociedad. Al ser personas que quedan marginadas y excluidas fuera de la “norma”, se enfrentan con obstáculos en su día a día que no les permite interactuar y navegar el mundo de la misma manera y con la misma facilidad. Esto nos lleva a la siguiente razón, la cual hace referencia a los estereotipos que se derivan de las mujeres con discapacidad y los roles que pueden o que no pueden cumplir, como por ejemplo, el hecho de que se les considere como personas asexuales e incapaces de reproducirse.
Esto se entrelaza con la paradoja que mencionamos en un apartado respecto a los roles que se espera que cumplan las mujeres y que, a la vez, se les impide a las mujeres con discapacidad que cumplan; al asociar a la mujer con su rol de la “ama de casa” y de la reproducción como su fin último, a las mujeres con discapacidad se les impide ejercer dichos roles debido a los estereotipos que el mismo concepto de discapacidad conlleva. De este modo, a las mujeres con discapacidad se les posiciona en un punto inferior, en el que su rol como mujeres las coloca en un nivel de subordinación y opresión dentro de una sociedad patriarcal, y que, paralelamente, debido a su discapacidad y a los estereotipos ligados a la misma, no se les permite tener un espacio dentro de la categoría de “mujer”. Por ello mismo, la doble discriminación que sufren las mujeres con discapacidad es lo que ha llevado a que no cumplan un rol dominante dentro de los movimientos feministas, y que, como consecuencia, no se les haya mencionado dentro de la narrativa del mismo.
Dicho lo anterior, notamos que en la mayoría de los estudios y de las fuentes encontradas que hablan sobre las mujeres con discapacidad y su participación (o no) en los movimientos feministas, terminan siendo el sujeto de estudio, sin embargo, no las que lo propician. Es decir, algunos de los estudios y fuentes bibliográficas existentes a las que recurrimos no fueron escritas por mujeres con discapacidad, sino por autoras feministas que han estudiado dicho fenómeno. Esto impide, hasta cierto grado, que sus voces sean escuchadas desde sus propias experiencias, lo cual ocasiona que no se tenga una visión completa y más interna respecto a cómo las mujeres con discapacidad viven el feminismo. Por esta misma razón, es importante escuchar las voces de las personas que lo viven, ya que únicamente de esa forma podemos comprenderlo en su totalidad. Por ejemplo, de la misma manera que el feminismo queer ha sido impulsado y desarrollado por personas que pertenecen a dicha categoría (es decir, las personas LGBTQ+), desde la teoría hasta la praxis, las mujeres con discapacidad deben tener la oportunidad y el espacio de realizar lo mismo.
Gracias al desarrollo del concepto de interseccionalidad en el feminismo que se ha dado a lo largo de los años, las mujeres con discapacidad se han tomado en cuenta como parte de esa doble discriminación que pueden sufrir. El concepto, tal como lo mencionamos anteriormente, hace notar que cada mujer vive una situación diferente y se encuentra en un contexto distinto, lo cual genera una variedad de experiencias que no son comparables entre sí. Sin embargo, dado que el feminismo interseccional fue impulsado por una cuestión racial, la discapacidad todavía no se considera como un factor fundamental dentro del mismo. Por esta razón, es importante recalcar que el feminismo interseccional ha formado parte de la base para la comprensión del rol de las mujeres con discapacidad en los movimientos feministas, sin embargo, son los otros estudios y las terminologías más alineados al campo de estudio de la discapacidad, como por ejemplo, los estudios de la diversidad funcional y su rol en el feminismo, los que verdaderamente nos permiten comprenderlo en su totalidad.
Las organizaciones de mujeres con discapacidad están en camino, algunas de ellas, en pasar a ser movimientos. Las causas de la falta de organización son debidas a la poca accesibilidad que hay para organizarse, como lo es el transporte y el problema de comunicación. De los movimientos que están formándose como tal, a pesar de ser movimientos liderados por mujeres, no llevan los ideales del feminismo, por lo que no se les podría considerar como parte de los movimientos feministas.
Afortunadamente, a pesar de que en los inicios del feminismo las mujeres con discapacidad no fueron incluidas, y de que en la misma narrativa feminista que conocemos actualmente no se toma en cuenta su lugar dentro del mismo, poco a poco se les ha escuchado e incluido más. Cabe recalcar que dicha inclusión tiene que surgir de ambas partes: el movimiento feminista debe propiciar el espacio para que sus voces sean escuchadas y las mismas mujeres con discapacidad deben crear dichos espacios. Se sabe que nadie puede empoderar a otro grupo, sino que el mismo grupo debe empoderarse a sí mismo, sin embargo, a pesar de ello, el esfuerzo debe provenir de ambas partes. Poco a poco las mujeres con discapacidad han adquirido las herramientas necesarias para darse a escuchar y para luchar por su causa, logrando organizarse y coordinarse, de tal manera que puedan construir y crear su propio movimiento en el que ellas mismas se movilicen y generen cambios.
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