Como pedagoga siempre he creído que la educación es un proceso mágico que puede transformar vidas y cambiar el mundo. Mi experiencia como maestra comenzó en una escuela de arte, en donde aprendí que la creatividad y la imaginación son herramientas fundamentales para fomentar el desarrollo integral de los niños.
Recuerdo y atesoro aquellos momentos especiales, cuando los niños se sentaban en círculo y yo comenzaba a contarles cuentos durante la sección “Story telling”. Cada cuento era diferente y especial; mientras leía, podía ver sus ojos brillar con emoción y curiosidad. Escuchar sus risas y comentarios me hacía sentir que estaba haciendo algo verdaderamente especial.
Mi pasión por la educación y el arte me llevó a explorar la importancia de la lectura y la creatividad en el desarrollo de los niños. Me di cuenta de que la lectura no solo es una herramienta que potencia la adquisición de conocimientos, sino que también es una forma de viajar a nuevos mundos, de explorar diferentes culturas, de desarrollar empatía y de comprender a los demás.
Al escuchar cuentos, los niños pueden desarrollar su capacidad para comprender diferentes perspectivas, adoptar nociones de otredad y alteridad, y fortalecer su habilidad para resolver conflictos de manera pacífica.
Me llena el corazón pensar que al contarles cuentos, les estoy dando herramientas para navegar por la vida de manera más sabia y compasiva. Además de los cuentos, el arte es otra forma en que los niños pueden expresar sus emociones y pensamientos de manera única y personal. Cuando trabajan juntos en proyectos de arte, crean relaciones saludables y respetuosas.
Me encanta ver cómo pueden crear obras que reflejan su personalidad y su visión del mundo, y que al mismo tiempo expresan sus sentimientos y emociones de manera auténtica.
Desde que egresé de la universidad y comencé mi vida como pedagoga en el campo laboral, me esfuerzo por crear un ambiente en donde el aprendizaje sea seguro, inclusivo y estimulante para todos los niños y niñas.
Continuaré compartiendo estas herramientas para hacer de ellos seres humanos creativos y empáticos, capaces de construir un futuro más brillante y pacífico, ahora que el mundo lo necesita más que nunca. Me siento afortunada de poder hacer este trabajo y de seguir estudiando para la construcción de paz, que sin duda me ha hecho reflexionar sobre cómo puedo utilizar mi pasión por la educación para hacer una diferencia en la vida de los niños y en la sociedad en general.
En conclusión, queridos y futuros pedagogos y pedagogas: a medida que nos preparamos para embarcar el noble camino de la pedagogía, es importante recordar que nuestra labor va más allá de transmitir conocimientos y habilidades.
Tenemos el poder de moldear la mente y el corazón de las futuras generaciones, y de influir en la forma en que verán y se relacionarán con el mundo.
No se olviden de la creatividad y la imaginación; no se limiten a enseñar contenidos y habilidades. Ya sea a través del arte, la música, la literatura o cualquier otra forma de expresión, busquen siempre la manera de crear ambientes seguros. Y lo más importante: no olviden que la pedagogía es un proceso de aprendizaje continuo, en donde siempre hay espacio para crecer y mejorar.